Se están contando cosas muy raras. Lo cual parece indicar que ocurren cosas muy raras. Pero eso no es lo nuevo. Siempre han ocurrido cosas muy raras. La novedad consiste en que ahora las cosas raras que suceden se cuentan. Y todavía más raro es lo que sucede acto seguido: que al que las cuenta no le pasa nada y que tampoco pasa nada porque se cuenten.
Les pondré un ejemplo de esta situación rarísima. Escuché el otro día a Javier Solana insinuar en una emisora de radio que el abogado Antonio García Trevijano le delató a la Policía política franquista en cierta ocasión. Aludía a una redada de la que fui testigo y en la que yo mismo no fui detenido porque logré escapar. La cuestión no es que yo sepa que García Trevijano se comportó irreprochablemente en aquel momento. La cuestión es que sé que Solana también lo sabe. Por lo cual yo acuso a Solana no sólo de mentiroso, sino también de bellaco (cfr. Bellaquería: acción con que se perjudica injustamente a una persona para beneficiarse el mismo que la comete o para beneficiar a otro). Pues no me digan ustedes que no es raro que un periodista pueda llamar mentiroso y bellaco a todo un ministro de Asuntos Exteriores y que éste tenga que callarse y tragárselo, porque sabe que el periodista tiene razón.
Más ejemplos. Estoy leyendo ahora mismo un libro apasionante. Sus autores son dos periodistas, Díaz Herrera y Durán. Se titula Los secretos del Poder. Descubro en él, entre otras muchísimas barbaridades, que los participantes en una cena-homenaje a Tierno Galván que se celebró en un amplio restaurante de Madrid el 18 de mayo de 1976, y en la que éste que suscribe compartió mesa, si mal no se acuerda, con Martín Pallín, el fiscal Chamorro y Díez Alegría Jr., estuvimos en un tris de saltar por los aires porque ciertos jefes policiales consideraron que todos los reunidos éramos unos rojos de mierda que no merecíamos vivir. El atentado no se llevó a cabo porque los encargados de realizarlo, cuando ya estaba todo a punto -benditos sean-, se rajaron. Herrera y Durán cuentan también que algunos dirigentes del PSOE colaboraban ampliamente por entonces con los servicios secretos franquistas -citan a Múgica y Benegas, entre otros- y que una de las cosas que hicieron -fíjense, qué casualidad- fue montar a medias una aparatosa campaña difamatoria contra Trevijano.
Pues ya ven ustedes qué historias se cuentan. Y no pasa nada. Ni a quienes las cuentan ni a los que son denunciados en lo contado.
¿Han leído ustedes el libro de Jesús Cacho, M.C.? Esa es otra. Ahí se retrata, por ejemplo, a Juan Luis Cebrián, el banquero ex periodista, paseándose con dossiers denigrantes para El Mundo y quienes lo hacemos, tratando de conseguir que los accionistas de este periódico se asusten y huyan de nosotros.
Pero nada. Se cuenta, pero no pasa nada. Aquí nunca pasa nada.
Javier Ortiz. El Mundo (24 de septiembre de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 23 de septiembre de 2012.
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Escrito por: White Elephant.2012/10/12 13:02:31.875000 GMT+2