Si de mí dependiera, las series españolas de televisión tendrían el mismo porvenir que Marujita Díaz en Herri Batasuna. No las odio, porque para eso tendría que saber de qué van. Sencillamente, no me interesan. Cuanto más me elogian alguna diciéndome que cuenta historias «muy reales», más me horripila. Lo único que me faltaría, tal como me llevo con el mundo exterior, es tragarme dosis suplementarias de realidad. (Una vez vi casi entero, por puro morbo, un capítulo de la serie Periodistas. Me tranquilizó comprobar que, felizmente, no tenía relación alguna con el periodismo de verdad. De lo contrario, la habría denunciado por sádica.)
Mi ignorancia de la materia justifica que hasta el pasado domingo no tuviera ni idea de la existencia de una serie titulada Al salir de clase, que emite Tele 5 y que, al parecer, hace furor entre los chavales. Me han contado que una de las particularidades de la serie es que durante meses ha venido relatando las aventuras y desventuras de dos chavales gays, Santi y Rubén, sin ridiculizar en absoluto su opción sexual y mostrando las dificultades a las que está abocado un amor como el suyo en una sociedad como la nuestra.
Eso está muy bien y comprendo perfectamente el efecto liberador que para los adolescentes gays y lesbianas habrá tenido que lo suyo sea tratado de manera respetuosa y desinhibida en un medio de comunicación de masas. Tanto más si ese tratamiento ha venido reflejando lo injusto y cruel que es el universo heterosexual, joven y adulto, con los homosexuales de uno u otro género. No estoy muy seguro de que la denuncia de esa crueldad tenga un gran efecto didáctico sobre la mayoría supuestamente bienpensante, pero por intentarlo que no quede.
Bueno, pues hete aquí que, por lo que me cuentan, hace ya algunos capítulos que los guionistas de la serie están llevando la historia por otros derroteros. Se habla de que grupos ultraconservadores han presionado sobre los patrocinadores publicitarios, y éstos a su vez sobre Tele 5, para que ponga fin a «esa inmoralidad». De entrada, los dos chavales en cuestión han pasado de darse besos a abrazarse casta y fraternalmente, mientras las parejas heterosexuales de la serie salen incluso en la cama, sin mayor problema. Pero se ve que esa censura de los signos externos de amor no basta a los cruzados de la Normalidad: parece que ya todo está dispuesto para que el ligue de los críos en cuestión desaparezca discretamente de la pantalla, y cuanto antes mejor.
Digo yo que esta gente no ha debido de escuchar al presidente Aznar, que con tanta energía denuncia el peligro que corre España de perder el tren de la modernidad.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (13 de febrero de 2001) y El Mundo (14 de febrero de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 23 de febrero de 2010.
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