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2002/06/07 06:00:00 GMT+2

Sangre y Arenas

¡Ah, ese pecado mortal llamado soberbia! Aznar, confiado probablemente en sus excelentísimas relaciones con el Opus Dei -dueño y señor del actual Vaticano-, creyó que podría lanzar un ataque tous azimouts contra la Iglesia vasca para desarbolarla de una vez por todas. Pero olvidó las leyes clásicas de la ciencia china de la guerra, que aconsejan que los grandes ataques se emprendan «con razón, con ventaja y sin sobrepasarse».

Se lanzó a la batalla, empeñado en hacer sangre, fiando sólo en su ventaja. Pero sin razón. Y sobrepasándose tres pueblos.

Al final ha tenido que conformarse con el apoyo del arzobispo castrense -que, como su nombre indica, es de armas tomar- y con el de Valencia, que, fiel a su sede, tiende a ser de traca.

El Vaticano, no queriendo desairar por completo al Ejecutivo español, se limitó a aceptar que la Oficina de Información Diplomática sacara una nota light expresando lo que la Santa Sede no estaba dispuesta a rubricar directamente. Una papelón, más que un papel.

Pero el Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española no se ha conformado con medias tintas y ha hecho público un comunicado en el que, en tono muy comedido pero muy firme, pone al Gobierno de Aznar de vuelta y media.

Resultaba patético ver ayer al ya casi siempre patético Arenas replegando grupas, reprochando a la Conferencia Episcopal no haber «profundizado en el problema» y atribuyendo su enérgica tarascada a «una reacción corporativa». Vaya por Dios, y nunca mejor dicho.

El desaire no ahorra a los periodistas de cámara del Gobierno que, amén de jalear al Ejecutivo, demostrando que sólo atribuyen «autoridad moral» a quienes siguen sus dictados, se habían animado ya a «informar» de que la pastoral de los obispos del País Vasco había estado «inspirada» por José Antonio Pagola, «estrecho colaborador del ex obispo de San Sebastián, monseñor Setién». Pagola ha hecho pública una nota en la que afirma taxativamente: «No he tenido participación alguna ni en la concepción ni en la preparación ni en la redacción de [la] Carta Pastoral».

Ahora a eso se le suele llamar -incorrectamente- «desmentido», convirtiendo el participio en sustantivo. El término correcto es «mentís», palabra mucho más directa y adecuada al caso. Porque cuidado que han mentido, falsificado, intoxicado y manipulado.

En el pecado van a tener la penitencia.

Una gracia divertida: ha habido un individuo que ha escrito que «ahora que monseñor Setién ha abandonado la escena, ha venido a sustituirlo monseñor Ortiz». Me llamaron ayer del Obispado de San Sebastián y estaban muertos de la risa: «¡Un monseñor agnóstico!», me dijeron. Ateo, más bien. Tal vez por ello tengo tan poca afición a las mentiras: no puedo ir luego a confesarlas para que me las perdonen.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (7 de junio de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de abril de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/06/07 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: 2002 diario | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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