En el zoológico político patrio empiezan a proliferar los individuos de una nueva y muy singular subespecie: la de los desmentidores desganados.
Hasta hace bien poco -ustedes se acordarán- los desmentidores hispánicos se distinguían por lo enérgico de sus reacciones. Uno publicaba que a Fulanito le habían pillado trincando en la caja del Ministerio, y Fulanito salía al día siguiente hecho un basilisco, decía que era mentira podrida, que esa misma mañana había presentado tres demandas por injurias y dos por calumnias contra el autor de la información, que la foto en la que se le veía trincando de la caja no era sino un repugnante montaje y que ya iba siendo hora de tomar medidas para acabar con ese tipo de periodismo sensacionalista, carroñero y antidemocrático.
Ahora no. Ahora, curiosamente, la moda es desmentir poco y con desgana. ¿Que alguien publica que Perengano ha matado a su madre y la ha enterrado en el jardín de su casa? Pues Perengano acude a la radio -preferentemente a los desayunos de Radio Nacional de España- y dice que él no recuerda haber hecho eso; que fue hace mucho; que en todo caso su madre estaba muy enferma; que ya una vez le acusaron de haber viajado a Cuenca cuando en realidad había ido a Chinchón, y que, además, en su casa no hay jardín, sino tan solo un huerto, y muy pequeño.
En cosa de nada, hasta tres personajes de alto copete se nos han puesto en este plan: Corcuera con los fondos reservados de Interior, Marugán con «la deuda viva» del PSOE y Rubio con sus 130 milloncejos de dinero negro en la cuenta B.
¿Creen ustedes que lo de esta gente es forma de desmentir? Va Corcuera y dice que nones, que de lo de los sobres nada de nada... aunque bien es cierto que los altos cargos de Interior son unas pobres víctimas, con lo que, bien pensado, tampoco estaría mal darles un algo.
Lo de Marugán es aún más de traca: se publica que el PSOE debe 7.000 millones desde el año de la tarara y él contesta que esas deudas están registradas en sus cuentas -como si alguien hubiera negado tal cosa- y que tienen «intención (?) de continuar (??) haciendo frente (???) al pago de los créditos».
¿Y qué no decir de don Mariano? Bastó oír ayer su desmayado mentís para comprender el problema que tiene, idéntico al de Corcuera y Marugán: al hombre no le queda más remedio que decir algo, pero como no alberga ninguna esperanza de que nadie le crea -él mismo no se cree-, lo masculla con triste y cansina desgana: no ha tenido tiempo de comprobar si ésa es su letra; seguro que es mentira; todo eso fue hace tanto...
Rubio parecía sacado del diálogo de León Felipe: «"Dí, dí: recuerda lo que viste". "No puedo precisar; todo ocurrió en la sombra"».
Aunque yo me acordé antes de otra frase del poeta-profeta: «¡Cerrad las puertas y las ventanas, que vamos a blasfemar!».
Javier Ortiz. El Mundo (6 de abril de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 9 de abril de 2011.
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Escrito por: kala.2011/04/10 00:08:25.362000 GMT+2