Robocopistemología: El término robo-cop procede del castellano «robo», que significa «tomar para sí lo ajeno», y del inglés familiar «cop», que quiere decir «poli», «madero», «mono», «guripa», «pasma» o «madaleno», según preferencias. En sentido lato, un robo-cop es todo policía que se aprovecha del cargo para afanar, distraer o trincar. En sentido estricto, se denomina robo-cops a los altos mandos político-policiales que mangonearon a cuenta de los fondos reservados del Ministerio del Interior. En estos días se habla mucho, por ejemplo, del robo-cop José Luis Corcuera -alias «Robón Jú, Príncipe de las Tinieblas» y «Robón de los Cosques»-, conocido por dedicarse a robar joyas a los pobres para dárselas a los nuevos ricos, tales como Julián Con Tierra, Ricardo Corazón de Meón, Afanael Vera y otros. En su defecto -en sus muchos defectos-, regalaba las joyas a sus mujeres (a las que, tratándose de policías, hay que llamar inevitablemente «esposas»). Se dice que Corcuera se refugiaba en los bosques porque se sentía a gusto entre maderos y podía sacar astillas sin ningún problema.
Otro robo-cop extremadamente característico y de gran actualidad es el ya anteriormente zooilogizado Joseph Barry O' Güevo, alias «Jetacemento», que se metió en un cena-gal ile-gal del que va a salir con do-gal (lo que le puede traer, según se dice, un tremendo lío conyu-gal).
Todo empezó con un timo lingüístico... Corcuera dijo: «No se puede hablar de los fondos reservados. Si se habla de lo reservado, deja de ser reservado». Gran mentira. Veamos. Pongamos que una persona es muy reservada. Si hablamos de ella, ¿dejará de serlo? O imaginemos que reservamos asiento en el tren. Si se lo contamos a alguien, ¿perderemos la plaza? Los reservados de los restaurantes ¿existen acaso gracias a que nadie ha hablado nunca de ellos? ¿Saldrá Míchel de titular sólo por comentar que Valdano lo ha puesto de reserva? ¿Se nos agriarán los vinos de reserva si nos referimos públicamente a sus cualidades? ¿Quedarán inmediatamente movilizados y acuartelados los militares que están en la reserva si se nos ocurre citar sin tapujos su situación? Y si charlamos sobre la situación de Nube Roja y sus compañeros, ¿habrán de abandonar ipso facto la reserva india? En suma: está clarísimo que de los asuntos reservados se puede hablar sin que dejen de ser reservados. El argumento de Corcuera fue muy superficial. Algo inaceptable, tratándose de un problema de fondos.
¿Quién es peor, el robo-cop Corcuera o el robo-cop Barrionuevo? Si nos dejáramos guiar por los aspectos formales -como lamentablemente hace mucha gente-, llegaríamos a la conclusión de que Corcuera sale perdiendo en la comparación: es bruto, tosco, malhablado y, cuando está achispado -cosa frecuente, dada su condición de electricista-, desagradablemente violento. En cambio, Barrionuevo es pulcro, culto y tiene un aire de ponderación muy chic, lo que ha engañado a personas razonablemente inteligentes, como las que compusieron la «comisión Roldán». Cuando Barrionuevo declaró ante esa comisión sobre el uso de los fondos reservados, sus integrantes se deshicieron en elogios: «Barrionuevo ha dado a la comisión un nivel universitario» (González Txabarri, PNV), «Su intervención ha sido seria, didáctica, solvente y muy positiva» (Rogelio Baón, PP), «Ha sido un ejemplo de colaboración con la comisión» (Rosa Aguilar, IU)... Todos ellos se olvidaron de que ese pavito era el mismo individuo que, en sus tiempos de ministro del Interior, impidió que se investigara la utilización de fondos reservados para financiar la trama de los GAL.
¿Por qué, pese a todas las denuncias, y pese a que algunos ex cargos de Interior han reconocido que se forraron a costa de los fondos reservados, el Gobierno se ha negado en todo momento a investigar qué fue de las decenas de miles de millones utilizados en ese capítulo presupuestario? ¡Qué manía, pretender que todo tenga una explicación! Hay cosas que son, y son, y ya está. Es lo mismo que si yo me empeñara en que alguien me explicara por qué José Luis Corcuera, que acudía todas las semanas a supervisar personalmente las obras de construcción de un chalet de lujo en las afueras de Madrid, dejó de ir por allí cuando aparecieron las primeras denuncias sobre el mangoneo de los fondos reservados. Son cosas que pasan, y pasan, y no hay por qué darles más vueltas.
¿Hay pruebas de que los robo-cops se quedaban en masa con los fondos reservados del Ministerio? Durante los tiempos de Barrionuevo y Corcuera, los cerca de mil millones que les daban al año siempre les resultaban insuficientes. Se pulían otro tanto más. Desde que se denunció el latrocinio, al Ministerio le sobra el dinero. También es casualidad, ¿no?
Javier Ortiz. Zooilógico, El Mundo (29 de octubre de 1995). Subido a "Desde Jamaica" el 13 de septiembre de 2013.
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