Se discute mucho sobre la designación de Mariano Rajoy como ministro del Interior. ¿Será mejor o peor que Mayor Oreja?
La pregunta parte de una hipótesis altamente dudosa: que la persona da forma al cargo. La realidad -muy destacadamente en el caso de los ministros del Interior- suele ser la contraria: el cargo remodela a las personas.
Recuerdo, ahora que estoy en París, el caso de Poniatowski, poco después del 68. Cuando fue nombrado ministro del Interior, la izquierda francesa suspiró aliviada: Ponia era un hombre de amplia formación humanística, un intelectual, un defensor de los Derechos Humanos.
¿Sí, eh? A los pocos días estaba enviando a los terribles CRS contra los estudiantes y los obreros en huelga, a repartir leña a gogó, igualico que su antecesor.
Y es que la función crea el órgano.
Da igual cómo sea o deje de ser Rajoy: hará lo que le venga dado por el puesto en el que ha sido situado.
Al margen de lo cual, sigo divertido los comentarios que ha provocado su nombramiento. ¡Cuanta literatura de baratillo!
Leo a un comentarista de ABC que expresa hoy su satisfacción porque -dice- la remodelación del Gobierno de Aznar certifica que el PP va a seguir aplicando «una política española». Caramba: no sabía yo que existiera la posibilidad de que pusiera en marcha una política lituana, o uruguaya, o birmana.
Hay gente que no se da cuenta de que, al atribuir al adjetivo español contenidos políticos específicos, está haciendo separatismo, por mucho que crea combatirlo.
Pero, bueno, son como son, qué se le va a hacer.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (28 de febrero de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de abril de 2017.
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