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2002/08/30 06:00:00 GMT+2

Quintanilla de Abajo

Todos los años por estas fechas, el presidente de Gobierno se persona en la pequeña población vallisoletana de Quintanilla de Onésimo para dar a conocer a la opinión pública, tras una cena con la militancia local del PP, las grandes líneas de su planteamiento ante el incipiente curso político. Allí estuvo el pasado miércoles, fiel a la cita, y allí dejó asentados los criterios esenciales con los que aborda el asunto estrella de la temporada: la ilegalización de Batasuna. Dijo que no espera milagros de la medida -pronosticó «sacrificios»-, pero aseguró que debe tomarse, porque es lo que cumple a una democracia «madura», «normal» y «sin complejos».

Huelga decir que José María Aznar es muy dueño de escoger el punto geográfico que mejor le parezca para iniciar su curso político. Pero habrá que admitir que el pueblo de su predilección no exhibe el nombre más adecuado para ilustrar la madurez y la normalidad de su vocación política, con o sin complejos.

Como se sabe -supongo-, Quintanilla de Onésimo no se llama así de toda la vida. Su nombre genuino es Quintanilla de Abajo. Los franquistas decidieron rebautizar el pueblo al término de la Guerra Civil para rendir tributo a uno de los suyos, Onésimo Redondo. Y ahí sigue el homenaje, clavado en la toponimia.

A aquellos que no tengan mayor noticia del tal Redondo, quizá les oriente saber que hasta sus propios camaradas falangistas preferían no pormenorizar ni sus andanzas ni su doctrina. Se trató de un personaje siniestro, que dedicó su turbulenta vida a denigrar las libertades políticas, a vilipendiar el sufragio universal, a alentar el antisemitismo, a preconizar el racismo y, muy en especial, a exaltar el uso de la violencia sectaria, que él mismo practicó. Defendió en sus escritos «las actuaciones guerreras, de violencia» para «sojuzgar a los traidores», alabando la utilización de «la estaca, el puñal y la pistola como instrumentos superiores de victoria». Decía que la violencia contra «judíos, masones y marxistas, que con tanta frecuencia son una sola cosa», es «lícita y santa», maldecía la existencia del «Parlamento de partidos», preconizaba la «supresión de la libertad francesa y masónica de hablar y escribir» y alentaba «la actividad antisemita» y el odio a los judíos, a los que consideraba «machados con la ley de la herencia» y culpables de financiar el comunismo (sic).Por resumir: era un nazi de tomo y lomo.

Aznar no es culpable de que Quintanilla de Abajo fuera rebautizada con el nombre de tan tétrico personaje. Pero, tras 13 años al frente del PP -sin contar con su previo liderazgo castellano-leonés-, no parece que sea la falta de tiempo lo que explique su apacible y recurrente coexistencia con el culto a un pistolero fascista.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (30 de agosto de 2002) y El Mundo (31 de agosto de 2002). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 14 de enero de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/08/30 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: ilegalización preantología el_mundo diario 2002 aznarismo onésimo_redondo batasuna aznar | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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