El Gobierno en funciones -en funciones de tarde y noche, en concreto- ha puesto los medios para que sesenta mil inmigrantes puedan regularizar su situación legal en nuestro país. Corrije con ello -no del todo, pero bastante- la triste cicatería de los criterios que aplicó en 1991, cuando su primera campaña de «papeles en regla» para los extranjeros. Bien está que el Gobierno de González y Belloch haya sentido este impulso humanitario, pero es imposible no considerarlo una miaja tardío. ¿Ha necesitado tener su corazón trece años en remojo para ablandarlo? ¿O no será que ha sucumbido a los encantos del humanitarismo solo tras apercibirse de que ya no le quedaban ni media docena de telediarios y un Informe Semanal?
Tres cuartos de lo mismo cabe decir de la ampliación de la Ley del Aborto. Así que se abrieron las puertas del Congreso hace un mes, el grupo parlamentario socialista se apresuró a presentar el proyecto correspondiente. Oigan, y tan feliz. Estuvieron algo así como cinco mil días en el Gobierno -que se dice pronto- y no encontraron el momento de sacar adelante una legislación realmente progresista al respecto. Pero ahora que van a estar en la oposición y ya les dan lo mismo los anatemas del PNV, CiU y otros fundamentalistas, se lanzan adelante con todos los faroles. Y tan faroles.
¿Y qué me dicen de Belloch, que se descuelga ahora diciendo que la Audiencia Nacional debería ser suprimida, porque se trata de una jurisdicción especial? También él ha tenido que pasar por un larguísimo proceso de reflexión, por lo visto, hasta llegar a esa brillante conclusión. ¡Qué casualidad que sólo haya visto la luz en vísperas de que su facción vaya a quedarse sin los resortes del Ministerio de Justicia, cuando sobre las mesas de los magistrados de la Audiencia Nacional siguen varios de los sumarios que más pueden dañar al PSOE en el futuro!
Vengo sosteniendo desde hace tiempo que la derrota electoral de Felipe González sólo tiene un claro inconveniente: que le va a permitir disfrazarse de nuevo de progresista. Pasamos del «Felipe» familiar de los viejos tiempos de la oposición a la UCD al «González» presidente del trecenato. Ya se detectan los primeros síntomas del proceso inverso de transformismo político. Ahí tenemos ya a Felipe, el amigo de los inmigrantes. Ya se ve venir a Felipe, el machote paladín de las feministas. Que viene Felipe, que viene, que viene el enemigo de las jurisdicciones especiales. Dentro de nada nos convoca una mani contra la OTAN y el imperialismo yanqui.
El tango dice «que veinte años no es nada». Pues menos aún trece. Pronto vamos a ver a toda la troupe felipista diciendo que su problema ha sido que les ha faltado tiempo y que si les dejamos mandar de nuevo nos plantan en cosa de nada en la tierra prometida del socialismo con rostro humano (o sea, sin Galindo ni nada).
Aznar en el Gobierno y González de jefe de la oposición. Cielos, qué panorama.
Javier Ortiz. El Mundo (27 de abril de 1996). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de marzo de 2013.
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