Nunca me han convencido las interpretaciones coyunturales de los atentados de ETA: que si horas después se iba a debatir sobre tal o cual cosa en el Parlamento o en esta o aquella otra reunión de partidos, que si la víctima defendía tal o cual variante dentro de la organización de la que formaba parte...
La experiencia demuestra que ETA elige a menudo sus objetivos sin reparar en matices. Más de una vez, de hecho, se ha declarado sorprendida al conocer las circunstancias particulares de algunas de sus víctimas. Le han dicho que se trata de un funcionario de prisiones, o de un miembro del PP, o del PSOE, o militar, o dirigente de las Juventudes Socialistas, y con eso le basta y le sobra para matar. En cuanto a la elección del momento, tres cuartos de lo mismo: lo hace el día y a la hora que mejor le viene, sin detenerse en mayores simbolismos.
Por eso disto de pensar que el atentado contra Eduardo Madina tuviera nada que ver con la reunión que ese mismo día iban a realizar los dos partidos del Pacto Antiterrorista, como tampoco doy por hecho que ETA supiera que Madina colaboraba con Elkarri y había participado en actos en pro del derecho de autodeterminación.
Pero tampoco creo que la elección de la víctima fuera por sorteo. En mi opinión, creo que buscaba dos objetivos: de un lado, enfurecer al PSE y provocar en él una reacción visceral, para que no siga adelante con sus intentos de acercamiento al PNV, que a ETA le sientan como una patada en la entrepierna; del otro, sabotear los intentos del ala más realista -menos fanatizada- del MLNV por «hacer política» y rehacer el camino desandado desde la ruptura de la tregua.
El primer objetivo no lo ha conseguido, o por lo menos no decisivamente. Ayer, Ramón Jáuregui, presidente de la Gestora del PSE, hizo unas declaraciones bastante sensatas, declarándose partidario de la convivencia pacífica con todas las fuerzas políticas, incluidas las independentistas, siempre que planteen su lucha dentro de la legalidad y con sometimiento a la democracia. Incluso llegó a decir que «si la mayoría de los vascos va por ese camino [el de la independencia] habrá que respetarlo» y se desmarcó diplomática pero netamente de quienes fían en la ilegalización de Batasuna, recordando la escasa eficacia que tuvieron anteriores reformas legislativas de carácter represivo.
Más resultados cabe que obtengan en su segunda pretensión. Porque de poco valdrán los esfuerzos aperturistas que puedan hacerse desde el interior de Batasuna si ETA siega la hierba bajo los pies de sus promotores obligando a los demás partidos a aislarlos. Les coloca al cuello el cartel de apestados.
Seguimos, pues, en las mismas. Y en ellas seguiremos mientras ETA siga siendo guía y norte del MLNV. Alguien dijo hace tiempo que la guerra es una cosa demasiado seria como para dejarla en manos de los militares. Es lo que viene haciendo el MLNV desde siempre con la suya.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (21 de febrero de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de marzo de 2017.
Comentar