Estoy impresionado. Varios de los últimos apuntes de este Diario me han valido puntualizaciones, enviadas por lectores y lectoras, que son demostrativas de un nivel analítico y una finura intelectual de mil pares. Me desmontan argumentos, me aportan datos que abren perspectivas distintas... Fantástico. Reconfortante.
Hay gente que lleva mal que la critiquen. No es mi caso. Hace poco, durante la grabación de un debate filosófico sobre la dignidad, realizado para un espacio cultural televisivo que se emitirá a finales de este mes, me pidieron que me autodefiniera, para elaborar el rótulo que habrá de aparecer bajo mi nombre. Dije que pusieran: «Pensador de base». Soy consciente de que hablo y escribo acerca de muchas materias de las que tengo un conocimiento muy limitado. A veces, escandalosamente limitado. Me dedico a trabar reflexiones con los mimbres de los que dispongo, con la esperanza de que los lectores y lectoras inicien -o desarrollen- sus propias cavilaciones.
Hay bastante personal que me escribe diciéndome, con unas u otras palabras: «Muchas veces no estoy de acuerdo con lo que expones, pero me resulta intelectualmente estimulante». ¡Perfecto! De eso se trata.
Como Joan Salvat Papasseit, yo tampoco soy modesto. Me reconforto pensando que éste es el público que me he ganado a pulso.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (1 de enero de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 20 de febrero de 2017.
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