Sigo con verdadera pasión el lío que se ha organizado a raíz de las declaraciones de Luis María Anson. Lo que el exdirector de ABC ha contado, una vez desprendido de sus valoraciones personalísimas, no sólo es una bobada, sino que además es una bobada más vieja que la pana: que hubo periodistas contrarios al felipismo que se reunían e intercambiaban ideas con la esperanza de contribuir a que González se fuera cuanto antes de La Moncloa. ¡Pero si lo decían ellos mismos, y hasta se fotografiaban en grupo y elaboraban comunicados conjuntos! También podía haber contado Anson que hubo otros periodistas, y empresarios jefes de periodistas, que se reunían en paralelo, aunque más discretamente, para ver de ayudar a González a mantenerse en La Moncloa. Y qué.
Es una simpleza. Reuniones de periodistas para protestar por esto u oponerse a lo otro, y para concertarse con tal fin, las ha habido a patadas desde hace 25 años.
Anson piensa que el fruto de esas reuniones condujo a poner en peligro el equilibrio del Estado. Eso sólo demuestra hasta qué punto Anson desconoce la fortaleza real del Estado. Ojalá fuera tan frágil cómo él cree. Lo que le pasa al aún vicepresidente de Televisa es que es más de orden que el listín telefónico. Ver en la picota al alto mando del Ministerio de Interior -incluido su amado Galindo- le debió parecer poco menos que las vísperas de la toma de la Bastilla. Además, como él nunca sintió la menor repugnancia por la actuación de González -hay que ver los piropos que le dedica en Tiempo-, pues es lógico que se sienta desazonado. Pero ése es su problema: no confundamos cómo vivió él lo que sucedía con lo que realmente pasó.
De todos modos, no es nada de todo esto lo que me resulta apasionante. Más bien al contrario. Lo que me maravilla es comprobar que hay ententes político-mediáticas que, con dos datos ya conocidos sobre una bobada, adobados con las paridas de un galindista que, por serlo, no puede evitar un tanto de mala conciencia por haberse opuesto al felipismo, son capaces de disfrazar la nada hasta presentarla en sociedad como si fuera un asunto de vida o muerte.
Sigo el episodio con verdadera intriga. ¿Colará el montaje? ¿Cuanta gente se lo tomará en serio? Es una excelente ocasión para medir la credulidad de nuestra sociedad. Ya sé que no es poca -lo compruebo a diario-, pero supongo que dependerá también del tamaño de la trola. Y ésta es de aúpa.
Por lo demás, me alegra no haber ido jamás con Luis María Anson a ninguna parte, ni siquiera contra González. Escribí hace dos años, cuando todavía estaba en marcha eso que El País llamó ayer «la coalición negativa», que este señor habitaba en mis antípodas ideológicas, y añadí que no siempre los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Qué hallazgo: tener principios, además de ser moralmente reconfortante, a veces resulta incluso hasta rentable.
Javier Ortiz. El Mundo (18 de febrero de 1998). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de febrero de 2013.
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Escrito por: newshub.es.2013/02/14 18:47:22.484000 GMT+1
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