No tengo la más mínima idea de las razones por las que más de dos millones de electores votaron a IU en las anteriores elecciones generales. Supongo que las habría muy diversas.
Sí sé, en cambio, por qué no lo hicieron bastantes de ellos. Tanto más he conversado con votantes de IU en los últimos años, tanto más he podido confirmar cuán pocos optaron por esa papeleta de voto porque creyeran en la bondad y pertinencia de las propuestas políticas, económicas y sociales que enarbolaba la coalición de izquierda. Dudo incluso de que las conocieran.
No he tenido en muchos casos tampoco la impresión de que hubieran decidido votar a IU para respaldar sus proclamas de rigor ético en materia de libertades, de lucha contra la corrupción o de oposición al terrorismo de Estado, por poner sólo tres ejemplos.
Lo que estoy viendo estos días confirma mis peores sospechas.
Dice Francisco Frutos y corea el resto de la dirección de IU -si hay algún disidente, le ruego que me perdone: no lo he oído, tal vez por culpa de la barahúnda general- que hay «millones de ciudadanos de izquierda» que se sienten «muy ilusionados» por la alianza que está fraguando con el PSOE. Con ese PSOE que no ha hecho ni un amago de autocrítica por los GAL, por la Ley Corcuera, por la de Extranjería, por la reforma del Código Penal, por Maastricht, por la OTAN, por la Guerra del Golfo, por la reconversiones a porrazos, por el empleo basura... y por todo lo demás, que es casi todo.
Es posible que Frutos tenga razón. Lo mismo es verdad que hay millones de ciudadanos que están en estos momentos la mar de ilusionados. No me extrañaría nada. Tendrían razón tanto él como Almunia, al que también se le ve muy ilusionado.
Afirman que van a suscribir un programa conjunto. Y un cuerno. Entre el programa del PSOE y el que IU hacía suyo hasta ahora no había compromiso posible, porque sus diferencias no eran de cantidad, sino de calidad. Proponían dos modelos sociales diferentes: de un lado, la cosa ésa con sede en Bruselas; del otro, el viejo modelo socialdemócrata, que en estos tristes tiempos parece hasta ultraizquierdista. El PSOE dará algún retoque a lo suyo, y adiós muy buenas.
Algo debo agradecer a IU: ha resuelto cualquier duda electoral que pudiera asaltarme. Una vez haya sellado su muy ilusionante acuerdo, tendré clarísimo que no puedo prestarle mi apoyo. No para que se lo regale a cualquier Almunia.
Ya ni siquiera tendré la tentación de regalarle mi voto por mera solidaridad entre perdedores.
Javier Ortiz. El Mundo (1 de febrero de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 1 de febrero de 2012.
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