¿Por qué las acciones de guerrilla que realizaban los mujaidines afganos contra las tropas soviéticas eran estupendas, y hasta merecedoras del apoyo fílmico de John Rambo, y en cambio los atentados perpetrados por los resistentes iraquíes contra las fuerzas de ocupación de Washington y sus aliados deben obligatoriamente ser calificados de terroristas?
Los amantes de las formalidades legales recordarán que el Ejército de la URSS acudió a Afganistán a petición del Gobierno legítimo de Kabul. No es el caso de la fuerza aliada que se ha instalado en Irak. ¿No era terrorismo ponerle bombas a aquel y lo es sin sombra de duda colocárselas a ésta?
Parece urgente delimitar qué se entiende por terrorismo, si se pretende que el término sirva para algo mínimamente riguroso.
Cuando hace unas semanas se reunió bajo los auspicios de las Naciones Unidas una Conferencia internacional para el estudio de las raíces del terrorismo, Aznar avanzó una serie de propuestas, entre ellas la de desconsiderar las circunstancias en que germinan los brotes de terrorismo, ciñéndose a la lucha contra las organizaciones que lo practican. Entonces, su amigo Tony Blair le respondió algo muy en sintonía con lo que he escrito yo más arriba: que es imposible llevar una lucha específica contra el terrorismo si no se empieza por definirlo.
He oído muchas disertaciones de Aznar sobre el terrorismo, pero nunca algo que se parezca a una definición. Sin embargo, hay definiciones del terrorismo. La más común es la que lo identifica con una estrategia destinada a crear mediante acciones violentas, a menudo indiscriminadas, un estado de miedo insuperable en la población civil del enemigo, de modo que ésta se vea forzada a presionar sobre sus gobernantes para obligarles a ceder en un sentido indeseado. ¿Ejemplo de terrorismo? El que desplegó el FLN argelino en su lucha por la independencia. O el que sirvió de piedra angular para la constitución del Estado de Israel. O el que pone en práctica ETA.
Todos ellos emplearon la violencia -o la siguen empleando- contra la población civil de sus enemigos.
Pero los guerrilleros iraquíes no atacan a la población civil del enemigo, básicamente porque ellos actúan sólo en Irak y el enemigo no tiene población civil en Irak. Su acción podrá estar todo lo mal que se quiera, pero no es, en sentido estricto, terrorista.
¿No están Aznar y sus seguidores de acuerdo con la definición que he recordado y tienen otra que les parece mejor? Pues que la proporcionen de una vez, y veremos si se ajusta más a la realidad.
Pero apuesten ustedes a que no la darán. Prefieren ocultar que para ellos, como para Bush, terrorismo no es sino el nombre que conviene dar a la agrupación arbitraria del conjunto de las formas de violencia que no están auspiciadas por ellos mismos.
Javier Ortiz. El Mundo (15 de octubre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de abril de 2018.
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