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2003/06/09 06:00:00 GMT+2

Qué bueno que no llaman

El sábado me llamó un amigo lejano. Lejano por partida doble: porque vive lejos y porque nuestra relación tampoco ha sido nunca muy intensa.

-Oye, que he leído tu columna de hoy en El Mundo... Quería decirte que me ha encantado.

-Hombre, gracias.

Hace unos años, cuando ejercía de jefe de Opinión en El Mundo, recibía montones de llamadas con mensajes de ese tipo. Me crecían los admiradores como setas tras la lluvia. Contaba con devotos a puñados.

Por supuesto, no me lo creí jamás. Ya sabía que lo que tenía no eran admiradores, sino aduladores, que querían hacerse los simpáticos para ver si me caían en gracia y les publicaba sus cosas.

Solía desanimarlos aclarándoles la realidad de mi puesto. Les decía:

-Tú sabes que yo soy subdirector de El Mundo, ¿verdad?

-Sí... -respondían dubitativos, sin saber a cuento de qué les salía por ahí.

-Pues te voy a poner al corriente de un punto esencial. Del título que ostento, lo verdaderamente importante es la primera sílaba: «sub». De veras: si quieres alcanzar la fama, no pierdas el tiempo conmigo.

Desde que hace tres años abandoné mi puesto en el staff del diario, ha descendido vertiginosamente la cantidad de llamadas laudatorias que me hacen las gentes de postín. De veinte a la semana a una al semestre, más o menos. Por no hablar del número de invitaciones a comidas, festejos y saraos. Lo cual me hace inmensamente feliz, porque odio hablar por teléfono, porque la llamada vida social me da por rasca y porque me siento incomodísimo cuando sé que alguien está echándome flores sin creerse una palabra de lo que dice.

Algunos cobistas no eran conscientes del mal cuerpo que me dejaban con sus halagos.

-Te leo con mucho interés -me dijo una vez un preboste del PSOE.

-¿Ah, sí? Serás masoca, supongo -le respondí.

-¡Hombre, Ortiz! -me soltó en cierta ocasión un ministro del PP-. ¡Encantado de conocerte!

-No creo -me salió sin querer.

Tal vez sea mi alma vasca la que asoma en esas circunstancias.

Siempre me acordaré de un viejo compañero de lucha que fue detenido en tiempos del franquismo. Los policías de la Brigada Político-Social empezaron a interrogarle en plan «científico»: tratando de cogerlo en falta, de que se contradijera... En fin, en ese plan.

Llevaban un buen rato dándole la matraca cuando mi amigo les interrumpió:

-Jodé, vamos a dejarnos de chorradas. Que lo vuestro es pegar y lo mío aguantar. Así que... ¡al grano!

La ventaja que tiene mi situación actual es que todo el mundo va al grano conmigo. Nadie me llama porque espere sacarme un favor. Sólo me telefonean los que realmente tienen ganas de hacerlo. Y lo hacen para decirme lo que piensan.

Con éstos hasta puede llegar a ser agradable hablar.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (9 de junio de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de junio de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/06/09 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: jor 2003 diario el_mundo periodismo | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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