Anda circulando por ahí un escrito de recogida de firmas para promover el procesamiento de Ariel Sharon como criminal de guerra.
Lo primero que me choca del documento en cuestión es que aparece firmado, entre otra mucha gente, por varios políticos del PSOE, incluyendo algunos cargos electos. Uno de ellos es, para más inri, el autor del papel.
Así, en principio, la cosa no parece demasiado congruente. El partido de Rodríguez Zapatero tiene excelentes relaciones con destacados miembros del Ejecutivo de Israel. Si acepta que Sharon es un criminal de guerra -cosa de la que, por lo demás, estoy convencido-, debe obligadamente concluir que quienes comparten gobierno con él son cómplices de sus terribles sevicias. ¿Él es malo, pero sus cómplices estupendos? ¿Alguien cree que Simon Peres no sabe qué clase de personaje es Sharon y la mucha sangre que le gotea de las manos?
Cierto es que tampoco cabe extrañarse demasiado de la incoherencia socialista. Recordemos que, cuando el PSOE estuvo en el Gobierno, fue perfectamente capaz de dedicarse a vender armas a los Estados más tétricos del planeta -incluyendo el Chile de Pinochet y la Turquía genocida del pueblo turco- y, a la vez, promocionar una seráfica asociación por la paz y el desarme.
Pero esta iniciativa de ahora me resulta aún más sospechosa. Se trata de cargar las culpas sobre Sharon... y solo sobre Sharon. Como si Sharon se las hubiera arreglado el solito para montar todas las barbaridades que ha protagonizado el Estado de Israel desde hace décadas. Como si fuera Sharon el único dirigente israelí que se ha mofado de las resoluciones de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional en bloque, que ha ordenado ataques contra la población civil y se ha pasado por el arco del triunfo todos los acuerdos suscritos por sus propios representantes.
Habrá quien me objete: «Hay que ser realistas. Pretender el procesamiento internacional del conjunto del alto mando sionista es una pura quimera. Estados Unidos no lo permitiría bajo ningún concepto». A lo que respondo de dos modos. Primero: las posiciones de principio no las dicta el realismo, sino la justicia. Proclamemos quiénes deberían ser perseguidos por la ley internacional y hagamos luego lo que podamos para acercarnos en lo posible a ese objetivo. Y segundo: si de realismo se habla, tampoco creo que sea nada realista pretender el procesamiento de Sharon. La prueba es el grado infinito de tolerancia que tienen hacia él todas las potencias occidentales, incluso las que lo critican de vez en cuando.
Sharon no es Milosevic. La llamada comunidad internacional solo persigue a los criminales de guerra de los otros bandos. Jamás a los del suyo. Más que nada para que no se establezcan peligrosos precedentes.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social y El Mundo (22 de febrero de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de marzo de 2017.
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