Pregunta.- ¿Los medios de información de Polanco manipularon la noticia de los atentados del 11-M para influir en los resultados electorales?
Respuesta.- La pregunta desvía la atención hacia aspectos secundarios de la cuestión. Lo que hay que preguntarse es si los medios del grupo Prisa, y en particular la cadena Ser, proporcionaron informaciones veraces y significativas o si falsificaron la realidad. Y la respuesta es que aportaron datos ciertos y muy relevantes para el mejor conocimiento de lo sucedido el 11-M. Las razones por las que lo hicieran -su hipotética pureza o su carácter espurio- son totalmente secundarias.
Estamos ante un fenómeno similar al que se planteó en su día a propósito de las informaciones del diario El Mundo sobre los GAL y la corrupción felipista. Entonces, los simpatizantes del PSOE se empeñaban en denunciar las motivaciones que alimentaban esas denuncias. Algunos respondíamos que daba exactamente igual que se debieran a un noble afán de salud pública o a un deseo rastrero de quitar del poder a los enemigos para que lo ocuparan los amigos; que lo importante era que lo que se contaba era verdad, tal como acababa demostrando la investigación judicial.
Los tribunales de justicia están acostumbradísimos a condenar a criminales apoyándose en el testimonio de otros delincuentes. Lo que les importa de tales testimonios es que se revelen veraces, no la honorabilidad de quien los presta. En periodismo sucede lo mismo. Todos sabemos que los medios de Polanco tiraban a dar a Aznar. Y qué. Lo que importa es que, en este caso, dieron en el centro mismo de la diana.
Pregunta.- ¿Es inaceptable, como se está diciendo, asociar los atentados del 11-M a la política de Aznar?
Respuesta.- Lo que no cabe es achacar a Aznar ese asesinato en masa. La culpa de esos atentados la tienen exclusivamente quienes los hicieron, es decir, quienes los ordenaron, quienes los planearon, quienes contribuyeron a la procura de los materiales que se precisaban para perpetrarlos a sabiendas de lo que hacían y quienes los materializaron.
Del mismo modo -conviene decirlo- que la responsabilidad de los atentados de ETA la tiene ETA y sólo ETA, digan lo que digan los aznaristas y sus voceros.
Lo que sí cabe reprochar a Aznar es no haber tenido en cuenta lo peligroso que es hostigar a la bestia. Como escribí la pasada semana, no cabe azuzar a la fiera y desentenderse de los zarpazos. O peor: no cabe aplaudir a una fiera y escandalizarse por la existencia de otras.
Aznar tiene una responsabilidad política evidente. Su pretensión de que gracias a la implicación del Estado español en la guerra de Irak habíamos pasado a vivir en «un mundo más seguro» es una de las muestras más acabadas de ceguera política que se hayan visto en los últimos decenios por estos pagos.
Pregunta.- Retirarse ahora de Irak, ¿no es un modo de someterse al chantaje de los terroristas?
Respuesta.- Es, antes que nada, una decisión correcta. Cuanto antes se deshaga lo que nunca debió hacerse, mejor.
Segundo: quien defendía la adopción de esa medida antes de que sucedieran los atentados no tiene por qué justificarse por seguir defendiéndola después.
Tercero: lo que sí implicaría actuar en función de los terroristas sería cambiar de posición tras los atentados.
Pregunta.- ¿A qué me refería en el apunte de ayer cuando escribí que una parte del electorado de IU ha demostrado que anda «floja de ética» dando su voto al PSOE?
Respuesta.- Admito que me expresé mal. Yo me refería en exclusiva a aquellos que dicen que mantienen posiciones de izquierda radical y que el domingo pasado decidieron apoyar al PSOE con el argumento de que había que derrotar al PP «a cualquier precio».
Alguien que se pretende de izquierda radical no puede considerar exclusivamente ese factor. Hubiera debido pensar también en la necesidad de que, en el caso de ganar el PSOE, tuviera cerca a una fuerza con peso parlamentario considerable que dificultara en alguna medida sus previsibles excesos derechistas. Ciertamente el voto prestado al PSOE podía contribuir a dar a ese partido algún diputado más, pero también podía contribuir a quitárselo a IU (que es lo que realmente ha sucedido). Por lo demás, hace falta un estómago ciertamente resistente para votar a un equipo de políticos que sigue todavía sin admitir que el trecenato felipista fue lo que todos -ellos incluidos- sabemos que fue, y que conserva a algunos de los principales responsables de aquel desastre, como Alfredo Pérez Rubalcaba, en la dirección máxima del tinglado.
Me consta que hay también bastantes electores que se consideran de izquierda, en general, que no le dan mayor trascendencia a su voto y que, muy a la europea, deciden en cada caso, con criterios meramente tácticos, si votan a éste o a aquel, si es que votan. No he entendido nunca muy bien ese comportamiento (probablemente estoy demasiado imbuido de la doctrina del «No con mi voto»), pero lo he visto con la suficiente frecuencia como para saber que puede manejarlo gente digna de aprecio, coherente con su modo de afrontar las elecciones. No me refería a ella.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (16 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de mayo de 2017.
Comentar