Los jefes parlamentarios del PSOE, con Alfredo Pérez Rubalcaba al frente, están convencidos de que el PNV «no se atreverá» a vetar en el Senado el proyecto de Presupuestos de su Gobierno. «Eso les obligaría a votar con el PP», argumentan, como si con eso estuviera todo dicho.
Van muy descaminados.
Para empezar, se equivocan al pensar que el actual desencuentro total entre el PP y el PNV lo provocaron los nacionalistas vascos. Fueron Aznar, Mayor Oreja y compañía los que decidieron que no querían saber nada del PNV. Mientras la derecha española estuvo dispuesta a negociar, el PNV se sentó, negoció y en no pocos casos pactó.
En segundo lugar, parece mentira que el PSOE se escandalice de la posibilidad de que se produzcan «coincidencias tácticas» entre enemigos, cuando ellos boicotearon el proyecto de Presupuestos del Gobierno Vasco el año pasado (y van a hacer lo mismo este año) coincidiendo, incluso en la táctica concreta, con Sozialista Abertzaleak y el PP a la vez, que ya es coincidir.
En tercer término, se equivocaron, y todavía más, si se pensaron que podrían obtener por la cara el voto de los senadores del PNV después de que Rodríguez Zapatero faltara a los compromisos que adquirió con Ibarretxe en relación al Cupo y que concentrara todas sus concesiones monetarias en el flanco catalán, enemistándose con el Gobierno de Vitoria por 50 millones de euros, que a ti y a mí nos parecen una enormidad, pero que para un Gobierno como el español es poca cosa (El País evalúa en 400 millones las promesas que Zapatero ha hecho a ERC, y también hay quien lo considera «migajas»).
El PSOE da por hecho que cuenta con el respaldo casi incondicional de todo el voto anti-PP, o «progresista», como les gusta decir a ellos. Bien, pues, por lo menos en el caso de Euskadi, eso es radicalmente falso. Es muchísima la gente vasca que considera, no sin sólidos argumentos, que el PSOE no es ni anti-PP ni progresista y que, de afear algo a los senadores del PNV, sería que dieran su voto al PSOE sin haber obtenido a cambio nada digno de consideración.
De modo que o van pensando en cambiar de rollo o se encontrarán con que el Senado no aprueba su proyecto de Presupuestos y han de llevarlo de nuevo al Congreso para volver a votarlo, con la necesidad imperiosa de obtener allí la mayoría absoluta. Lo que les obligará a renegociarlo todo, porque hay grupos (CiU, por ejemplo) que si respaldaron el proyecto en primera instancia fue porque se les había dicho que el Senado admitiría algunas de sus enmiendas.
Un lío de mucho cuidado, en suma. Y todo por un puñado de euros.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (8 de noviembre de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de julio de 2017.
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