El escaso rojerío que queda se ha lanzado cual fiera corrupia contra las medidas liberalizadoras y de austeridad que ha anunciado el Gobierno de Aznar. Y es que el escaso rojerío que queda ha olvidado ya la célebre invocación leninista al necesario «análisis concreto de la realidad concreta». Yo, que soy un antiguo, tengo muy en cuenta esta máxima -que es mínima, de hecho- y, huyendo de dogmas, analizo cada medida en concreto.
Por ejemplo: ¿hay que privatizar Argentaria? Peliagudo asunto. Es verdad que resulta un tanto raro que haya un banco que es medio del Estado y que compite con otros que son privados. Pero también es la mar de raro lo de las Cajas de Ahorro, que dicen que no tienen afán de lucro (se ve que el interés del 13,25 de mi crédito me lo sacan en plan Robin Hood, para dárselo a los pobres). Y no menos raros son los bancos privados que, así que se ven en un lío gordo, le toca al Estado «reflotarlos» con dinero de todos. Conclusión de mi análisis concreto: lo de los bancos es la repera, y es mejor no apostar por ninguna fórmula, para no tener que apechugar luego con el desastre.
Otro asunto: lo de suprimir 5.000 altos cargos de la Administración. Pues a mí me pareció de perlas cuando lo anunciaron. Ahora se han echado para atrás con la pobre excusa de que, si los suprimen, la Administración no funcionará. ¿Y qué más da eso? Estaremos igual que ahora, pero con menos gasto.
Otra medida que me niego a enjuiciar de modo simplista: el audaz proyecto del Ministerio de Economía y Hacienda, consistente en vender su sede central, y luego alquilársela al comprador. Yo le veo un montón de ventajas. Para empezar, puede ser una maravillosa contribución al surrealismo: ¡sería tan hermoso que llegara el día en que Hacienda no pudiera pagar la renta! Otrosí: ¿Se imaginan que en unos años se presentara el dueño ante el ministro y le dijera: «Lo siento, pero me van a tener que desalojar el local, porque se casa mi hijo, y ya sabe el refrán: "El casado..."». ¡Y en aplicación de la Ley Boyer, además! ¡Sublime!
No sé muy bien con qué tiene que ver, si con el liberalismo o con la austeridad, pero el caso es que los integrantes del Gobierno de José María Aznar parecen sentir una irresistible atracción por los alquileres. Amén de esta historia de alquilar ministerios, también se cuenta que Interior quiere sacar a la Policía a patrullar en coches de alquiler. Ya veo la publicidad: Rent a patrol. Para las compañías de alquiler, ganancia neta: fin a los problemas de chapa. La llevan en el bolsillo. Y para Interior, de cine: alquila los coches con conductor y se ahorra personal a manta.
Dentro de esta línea -que estoy muy lejos de detestar, como puede comprobarse-, se me ocurre, y pongo la idea a disposición del Gobierno de modo altruista, que también podría desarrollarse una política de alquiler de políticos.
Adiós a los políticos vendidos. A partir de ahora, todos de alquiler.
Javier Ortiz. El Mundo (26 de junio de 1996). Subido a "Desde Jamaica" el 5 de julio de 2011.
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