En tiempos, el PP y el PSOE sostenían que lo mejor que podía ocurrir con la llamada izquierda abertzale radical era que se decidiera a competir en el marco legal y que participara en las instituciones. Partían del supuesto de que eso propiciaría su integración en la vida política convencional.
Ese fue, de hecho, el criterio que inspiró el pacto de Ajuria Enea.
Por las razones que sea, el caso es que, con el tiempo, ambos partidos han acabado por apuntarse a la táctica diametralmente contraria. Han optado por expulsar a la izquierda abertzale radical de las instituciones y han hecho lo necesario por impedir que tenga una expresión política legal. Es más: han decidido que a quienes sostengan el mismo criterio que ellos defendían hace unos años -ése que animó a Aznar en 1996 a afirmar que la ilegalización de HB sería una torpeza gravísima- hay que considerarlos gentuza criptoterrorista, merecedora de todas las maldiciones.
Bien. No voy a insistir en la crítica de los instrumentos sedicentemente jurídicos que se han sacado de la manga para perpetrar sus propósitos. Me limitaré a constatar un hecho difícilmente discutible: han expulsado de la legalidad a algo así como el 15% del electorado vasco.
Materializado lo cual, ¿qué han previsto que hagan las muchas decenas de miles de electores a los que han dejado huérfanos de representación política? Misterio. De hecho, tanto el PP como el PSOE rechazan todas y cada una de las posibilidades que tienen ante sí esos electores frustrados. No quieren que se abstengan, porque pretenden que la abstención es un acto incívico. Se indignan ante la posibilidad de que voten nulo (aunque no han sido capaces de argumentar por qué: de hecho, el voto nulo es perfectamente legal). Y, desde luego, les parece que sería monstruoso que votaran a otra candidatura nacionalista, porque han decidido -anteayer lo dijo Mayor Oreja- que en el nacionalismo vasco «no hay ya lugar para la libertad, la democracia y la decencia».
Descartado que propugnen la desaparición física de ese amplio conjunto social -no sé: digo yo que habrá que descartarlo-, tal parece que sólo le ofrecen una posibilidad: votar al PP o al PSOE. Pero no los veo yo muy partidarios.
Todo indica que lo que ellos pretenden es que lo legal haga las veces de lo real. Pero lo legal sólo tiene sentido -y futuro- cuando regula lo real; no cuando pretende sustituirlo.
«Desterrad lo natural; regresará al galope», dice el refrán.
Claro que ése es un refrán francés. Y ya se sabe que lo francés, como lo alemán, se ha vuelto irrelevante. Ahora ya sólo tiene valor lo que puede decirse salido deep in the heart of Texas.
Palabrita de Aznar.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social y El Mundo (14 de mayo de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de junio de 2009.
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