La escucha de los servicios informativos de las diversas radios por cuyas cercanías deambulo –que son muchas, por culpa de todo lo que viajo– me procura un constante regocijo. Me lo paso estupendamente con sus gazapos. Ahora mismo acabo de oír a alguien de la Cope de Bilbao que decía: «Tenemos que fallecer la noticia de la muerte de Eduardo Urculo...». Así: con noticia fallecida y el pintor sin acento. En otra emisora oí ayer que «dos soldados norteamericanos avanzan hacia Bagdad». Por supuesto que no estaban anunciando la formación de miniavanzadillas suicidas: es que habían leído «dos» donde ponía «los». ¿Rectificar? Ni de coña. Adelante con los faroles, y a correr.
Pero, por desgracia, ocurre con mucha frecuencia que los disparates no son resultado del despiste o de las lagunas culturales del locutor de turno, sino de la repetición mecánica de expresiones acuñadas por supuestos especialistas... en maltratar el idioma para edulcorar la realidad.
Raro es el día en que no nos dan cuenta de los sufrimientos padecidos por alguna mujer «a manos de su compañero sentimental». Dejando de lado el hecho de que muchas veces las lesiones no han sido producidas «a manos», ni mucho menos, sino con instrumentos mucho más contundentes y mortíferos, lo insufrible a es que a tipejos así se les califique sin parar de «sentimentales». ¿A cuento de qué esa chorrada? Lo explico en atención a los despistados: es el retorcido sistema que se han buscado estos cursis para hacernos saber que el agresor y la agredida vivían en pareja o copulaban sin estar casados. Pero, una de dos: o la inexistencia de documentación matrimonial tiene importancia en el caso que relatan o no la tiene. Si la tiene, díganlo abiertamente, y expliquen por qué. Y si no la tiene, ¿a qué ese interés en darnos a entender que no están casados? ¿No se tratará de proteger la sagrada institución del matrimonio de la mala imagen de la violencia? Sí; se trata de eso.
Otra expresión machaconamente repetida e igual de tramposa: «desastre humanitario». «La Cruz Roja anuncia que en Irak puede producirse un grave desastre humanitario», dicen. Un desastre puede ser muchas cosas, pero humanitario, desde luego, no. El Diccionario de la Academia dice: «humanitario, ria. Del lat. humanitas, -atis. 1. adj. Que mira o se refiere al bien del género humano. 2. Benigno, caritativo, benéfico». ¿Un desastre que busca el bien del género humano? ¿Un desastre benigno, caritativo, benéfico? ¿Están bobos, o qué?
No: practican la pudibundez perifrástica, para no llamar a las cosas por su nombres directos y nada agradables.
Tanto más crueles se vuelven las guerras, tanto más recurren los poderosos y sus propagandistas a los artificios y perifollos del idioma para enmascarar la realidad de sus actos.
Aznar no ha pronunciado ni una sola vez la palabra «guerra» en las últimas semanas. Habla del «conflicto».
¿Que las tropas anglo-norteamericanas matan a civiles sin parar? «Daños colaterales».
¿Que se matan entre ellos? «Fuego amigo».
Es posible que ellos consideren que todo eso es una demostración de su sutileza. Para mí que lo único que evidencia es que están tan acostumbrados a tratar todo a patadas que no pueden dejar de hacerlo también con el idioma.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (2 de abril de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 2 de abril de 2010.
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