Algún seudoingenuo periodístico se pregunta hoy, a cuento de la razzia de la Costa del Sol, por qué las grandes potencias, los EEUU y la UE en particular, siguen permitiendo que existan los llamados «paraísos fiscales», es decir, los reductos geográficos en los que impera la impunidad económica.
No creo que esté esperando la respuesta.
Los paraísos fiscales son al capitalismo lo que la prostitución al matrimonio católico. Le sirven de contrapeso. Son las válvulas de escape que buscan sus sustentadores para liberarse de la presión que les supone la legalidad formal. Hacen como que está feo recurrir a esas cosas, pero las cuidan como oro en paño.
Tómese el caso de las llamadas «banderas de conveniencia» en la marina mercante. Hay grandes potencias, como los Estados Unidos, que tienen buena parte de sus grandes buques registrada en los países que proporcionan esas banderas, que han tomado el relevo de las patentes de corso. Los barcos tienen el mínimo de papeles, sus fletes lo mismo, el estado del propio barco se revisa cuando le apetece al armador -o sea, mal y cuando ya no queda más remedio- las tripulaciones no están aseguradas, nadie supervisa en serio la titulación de los oficiales, ni su historial... ¡Así da gusto! Se sacan unos beneficios de aúpa.
Hablan de Gibraltar. Como si el estatuto jurídico de la roca fuera el único y verdadero mal. Gibraltar -insisto en el símil- es como un prostíbulo: si careciera de clientes, no funcionaría. Ignoro quiénes son los clientes de ese serrallo fiscal, pero constato la cantidad y la calidad de las oficinas que tienen allí los grandes bancos españoles. Hay en España capitales de provincia que no cuentan con instalaciones bancarias de tanto postín. Los que dicen saber de qué va aquello aseguran que muchos de los clientes del chollo gibraltareño son españoles de pro, de esos que dicen en sus discursos oficiales que la colonia «es una espina que todos los españoles llevamos clavada en el corazón».
¿Que por qué no acaban las grandes potencias con los paraísos fiscales? Porque son parte de su modus operandi. Un capitalismo sin paraísos fiscales sería como un jardín sin estiércol.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (15 de marzo de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de marzo de 2010.
Comentar