Durante la pasada campaña electoral por la Presidencia de los EEUU, George W. Bush -Bush junior- demostró que ni siquiera sabía dónde está Afganistán. Comenté entonces en este rincón de la Red que algo así no le habría sucedido nunca a su padre. No porque su coeficiente intelectual sea muy superior, sino porque fue jefe de la CIA, y en Langley siempre se ha hablado mucho de Afganistán.
El actual presidente estadounidense ha nombrado a Tom Ridge jefe de Seguridad Nacional. Se supone que el cargo, de nuevo cuño, ha de servir para coordinar los trabajos de todos los organismos de seguridad interior de los EEUU. Ridge no tiene ninguna experiencia conocida en la materia: ex combatiente de la Guerra de Vietnam, en la que fue condecorado por aniquilar una patrulla del Vietcong, ha ejercido hasta ahora de congresista por el estado de Filadelfia. Pero presenta una peculiaridad que conviene no pasar por alto: lleva más de dos décadas haciendo funciones de asesor al servicio de George Bush senior, del que es colaborador muy cercano.
En mi modesta opinión, el nombramiento de Ridge como superministro de Interior estadounidense significa dos cosas. Una, que papá Bush ha decidido supervisar la crisis actual, situando un peón suyo en un puesto clave. Segunda, que la CIA, prevista en principio sólo para actuaciones en el exterior, va a meter también baza en la seguridad interior.
Es un movimiento de pieza bastante comprensible. Una tarea que tiene muchos responsables, cada uno por su cuenta, es como si no tuviera ningún responsable. Cuando la nave se mete en plena borrasca, conviene que el timón esté en unas solas manos.
Pero vale la pena constatar en qué manos se han puesto los EEUU -y con ellos la llamada comunidad internacional- en medio de la actual borrasca bélica. Pocas veces vendrá más a cuento evocar aquello del lobo al que se le encomienda la vigilancia del gallinero.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (9 de octubre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de junio de 2017.
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