Empezaré por dejar constancia del cabreo que me produce que cada vez haya más actividades que sea obligatorio nombrar en inglés -o, subsidiariamente, en spanglish-, si uno no quiere parecer un antiguo.
-Éste es de los que todavía llama «conjuntos musicales» a las bandas -le oí bromear hace unos días a Julio César Iglesias.
Pues bien: ése al que se refería -fuera quien fuera, que no recuerdo- tenía razón, porque una banda de música, tal como el término se había empleado siempre hasta ahora en castellano, requiere bastantes más instrumentos que dos guitarras, bajo y batería, como muy bien sabe todo el mundo en el País Valenciano. ¿Que no te gusta «conjunto» («conjunto músico-vocal», que decían en los 50) porque te parece cursi (entre otras cosas porque lo es)? Pues di «grupo», entonces.
En inglés, una de las definiciones que tiene la palabra band es: «Grupo de músicos que toca en conjunto, especialmente música popular». O sea, que ellos emplean bien el término. Su término.
Lo que se hace ahora por aquí no es más que una mala traducción. Otra de tantas.
Dicho sea esto para no ocultar que abordo ya de mal humor lo del outing que, como no todo el mundo sabe -eso espero, porque si no estoy haciendo el bobo explicándolo- es eso de hacer público que Fulanito de Tal (o Menganita de Cual) oculta que es homosexual, pero lo es. Para dejar a Fulanito de Tal (o a Menganita de Cual) en evidencia y castigar su hipocresía.
La revista Zero, publicación de gente entendida, plantea en su último número un debate sobre el outing (cosa que me parece muy bien) y lo hace poniendo en su portada una gran foto de Mariano Rajoy.
Cosa que me parece muy mal.
Y me parece muy mal porque es un recurso jesuítico y tramposo, del género digo-sin-decir-para- que-nadie-pueda-acusarme-de-haberlo-dicho.
Si quieres difundir que Rajoy es homosexual, hazlo. Y si no quieres hacerlo, déjalo en paz. En cualquiera de los dos casos, no lo hagas durante una campaña electoral, porque será inevitable que los demás pensemos que estás tratando de servirte con fines políticos de la vida privada de este señor. De la vida privada real o supuesta, que ésa es otra.
No me vale el argumento que justifica la denuncia diciendo que se trata de poner en evidencia la hipocresía del personaje. No conozco ninguna ley que prohíba ser hipócrita. Me podrá parecer mal, muy mal o todavía peor, pero no dejarán de ser valoraciones de ética personal mía. En el supuesto de que Rajoy fuera homosexual -que ya digo que ni lo sé ni me importa-, si él no quisiera reconocerlo públicamente, sería libre de no hacerlo. Sin duda estaría bien que lo proclamara a los cuatro vientos, para contribuir a la mejor aceptación social de las diferentes opciones sexuales. Pero si decidiera no contribuir a esa causa, estaría en su derecho. No hay ninguna ley -¡por fortuna!- que convierta en obligatoria la sinceridad.
Cuando hablamos de tolerancia, hablamos también de esto. Hemos de tolerar las hipocresías de los demás. Y esperar que los demás toleren las nuestras.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (6 de marzo de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 13 de mayo de 2017.
Comentar