La Oferta Pública de Adquisición (OPA) de acciones que Gas Natural lanzó ayer para hacerse con la propiedad de Endesa ha merecido la inmediata respuesta del PP, que ve detrás de la operación económica un intento de mejorar las posiciones de La Caixa, accionista mayoritaria de Gas Natural, y de beneficiar «posiciones territoriales», o sea, el peso de Cataluña en el conjunto del Estado.
Que La Caixa tiene vara alta sobre Gas Natural no es ningún secreto, como no lo es el papel predominante de Caja Madrid en Endesa. Tampoco ignora nadie que, dado el sistema de funcionamiento de las Cajas de Ahorro españolas, el partido político mayoritario en cada zona goza de posiciones privilegiadas en la Caja que le pilla más cerca. Es decir, que el PP cuenta mucho en Caja Madrid, lo mismo que el PSC en La Caixa, aunque tampoco haya que exagerar ese factor, porque los directivos de todas las entidades de ahorro son conscientes de lo complejas y variables que son las relaciones de fuerza en la vida política institucional.
La OPA de Gas Natural, que forma parte de las que se denominan «hostiles» en la jerga financiera -es el término que se emplea para decir que no ha sido previamente pactada-, abre un horizonte que se puede considerar preocupante.
Para empezar, no beneficia a los consumidores que se reduzca la variedad de la oferta en el mercado energético. Se limita la competencia. Aunque tampoco ignora nadie que la actual situación de oligopolio de oferta es ya de por sí muy poco propicia para el desarrollo de una competencia digna de tal nombre.
Este tipo de fusiones empresariales suele entrañar también importantes «ajustes de plantilla» -o sea, despidos- en la firma resultante. A veces los disfrazan con jubilaciones anticipadas y otros recursos que pueden dulcificar el trauma de los trabajadores afectados, pero que no impiden que se reduzca el número de cotizantes a la Seguridad Social, lo que supone un perjuicio social cierto.
Lo que es del todo ridículo es que haya quien se plantee los asuntos como éste cual si fueran episodios de contiendas nacionales: «Cataluña quiere ganar posiciones», etc. De las reivindicaciones nacionales catalanas, a La Caixa sólo le importa en qué medida pueden afectar a sus dividendos.
Hace cuatro días, un amigo me contó que un conocido suyo le había dicho que no quería abrir una cuenta corriente en el BBVA «porque es un banco vasco que apoya a ETA». Es pena, pero comprensible que un particular garrulo y fachoso no sepa que Neguri ha sido siempre españolista hasta la médula, y que desconozca que además los jefes del BBVA ni siquiera asientan ya sus reales en tierra vasca. Pero que el PP y sus voceros sigan jugando al juego bobo de identificar las corporaciones financieras, realmente multinacionales, con los nacionalismos de su lugar de origen, es sencillamente ridículo.
El izquierdismo decimonónico pretendía que «los obreros no tienen patria». Marx, matizón él, rectificó ese simplismo y afirmó que «por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado es en primer lugar una lucha nacional». Ahora no sabemos qué carácter tiene la lucha del proletariado, porque no está claro qué es el proletariado y menos aún que esté en lucha, pero de lo que no cabe duda es de que a las oligarquías financieras se la sudan las reivindicaciones de las nacionalidades sin Estado. El BBVA, por no ser, ni siquiera es español. En Gas Natural parece que pinta mucho Repsol YPF, que tiene que ver con el catalanismo lo mismo que yo con la industria petroquímica.
Si quieren hacer anticatalanismo, mejor que se busquen otras causas.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (6 de septiembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 31 de julio de 2017.
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