Alguna vez creo haber comentado -hace años de ello, en todo caso- una cosa que dijo Xabier Arzalluz la primera vez que lo vi en petit comité. Debió de suceder allá por 1990. Fue -de eso sí me acuerdo bien- en el curso de una comida más o menos protocolaria de las muchas que montamos para ir presentando en sociedad la edición vasca de El Mundo, que estaba a punto de salir. El ágape tuvo lugar en el restaurante Goizeko Kabi, de Bilbao, y acudimos Pedro J. Ramírez y yo en representación del periódico y Xabier Arzalluz en representación del PNV.
El caso es que estaba próxima una visita del rey a Euskadi y estuvimos charlando un rato sobre los problemas que la tal visita iba a provocar con toda seguridad. Arzalluz intervino y dijo, sobre poco más o menos, lo que sigue: «Yo no soy monárquico. A nosotros no nos gusta la Monarquía. Pero tampoco tenemos mayor interés en estar dentro de una República española. Si hubiera República y se eligiera un presidente, seguro que sería o del PSOE o del PP; nunca del PNV. Vistas así las cosas, tampoco nos incordia tanto que haya un rey. Si el jefe del Estado no va a ser de los nuestros, mejor que no sea de nadie».
Me hizo gracia el razonamiento, pero ni lo compartí entonces ni lo comparto ahora. A decir verdad, lo comparto cada vez menos. Basta con seguir la trayectoria del rey para constatar que es falso que no sea «de nadie». Sin ir más lejos, su discurso de ayer, que no oí, pero que he visto hoy en Internet: se largó un mitin que oscilaba entre el PSOE (en su versión más centralista) y el PP. Qué cargante, con sus insistentes arengas a favor de la intangible unidad de la Patria, de la que se declaró garante. (Por cierto: ¿con qué medios cuenta él, que carece de atribuciones políticas ejecutivas, para garantizar algo de ese tipo, como no sea en su condición de jefe supremo de las Fuerzas Armadas?)
Estoy convencido de que, en el caso de que el Estado español fuera una República y contara con un presidente electo, el cargo estaría en manos de alguien que mostraría algo más de pudor a la hora de evidenciar su hondo carácter centralista y reaccionario. El Borbón éste, por lo menos de cintura para arriba, es de un carca que da grima.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (25 de diciembre de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 11 de julio de 2017.
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