Era, creo recordar, a comienzos de la década de los 70 cuando me llegó a Burdeos una «cassette» de noventa minutos que me enviaba un amigo desde Bilbao. La cinta venía acompañada de un brevísimo mensaje: «Escucha esto. A ver qué te parece». Lo hice.
La «cassette» era una grabación correcta, pero casi doméstica. Contenía cerca de hora y media de canciones interpretadas por un joven llamado Natxo de Felipe. Había composiciones enteramente propias, otras basadas en melodías populares, bastantes con letras del mejor y más interesante de los poetas en lengua vasca de la época, Gabriel Aresti.
El acompañamiento de guitarra era sencillo pero, a diferencia de lo que hacían no pocos cantautores de la época, la música no era ramplona: se notaba que aquel muchacho sabía lo que se traía entre manos.
Han pasado veinte años. Vuelvo a escuchar aquella cinta y me sigue pasmando: Natxo de Felipe había acertado a incluir en ella ideas suficientes como para alimentar lo que han sido luego dos décadas de trabajo del mejor y más reconocido de los grupos de música popular vasca: Oskorri.
El grupo se formó en 1971, con Natxo de Felipe como líder y Gabriel Aresti como mentor. Comenzó entonces su particular travesía del desierto, con actuaciones al aire libre, fiesta a fiesta, pueblo a pueblo, madurando su conjunción –dos de los actuales componentes del grupo, además del propio De Felipe, han estado presentes desde los inicios: Antón Latxa y Martínez–, profundizando en el conocimiento del folklore vasco, remozándolo, buscando su simbiosis con sonidos modernos.
Es eso lo que explica que, cuando en 1975 apareció la primera grabación de Oskorri, aquello sonara tan poco balbuciente. El grupo topó con la censura franquista, que también sabía euskera y entendía la intención de rebeldía cívica de los textos de Aresti, que no se mordió la lengua hasta que la muerte detuvo su mano, en junio de 1975.
Tal vez por ello, 1977, con el inicio de la transición, fue el año clave para Oskorri (nombre que podría traducirse como «Aurora» o «Cielo rojo»). Aparece el primer LP, todo con letras de Aresti, y el éxito es más que importante.
Oskorri sale de casa, recorre los escenarios de toda la península recibiendo una sorprendente acogida y la Cadena Ser lo proclama «Conjunto Revelación de 1977».
Se habla de «folk urbano», de «folk industrial»; es, en todo caso, música con raíces, nada arqueológica, en la que el sintetizador se suma a la alboka y la guitarra eléctrica da contrapunto a la xirula: Oskorri.
A partir de entonces, el recorrido del grupo asume más altos y lejanos vuelos: nuevos elepés que la crítica acoge con creciente favor, actuaciones por Europa, publicación de un LP «europeo» por el sello Folk Freak-Pläne... Nadie discute a Oskorri su condición de primer grupo de Euskadi y una trayectoria madura y coherente.
Son ya dos décadas, once elepés, dos de ellos dobles, y ciento once canciones. Con este motivo, la editorial Elkar de San Sebastián ha editado un libro (Oskorri. Ehun ta hamaikatxo kantu), ilustrado por Juan Carlos Eguillor, que recoge todas las piezas, con sus partituras, acordes para guitarra, letras en euskera, traducciones al castellano, francés, inglés y alemán y todo el material necesario para mejor conocer el ya dilatado trabajo de Oskorri.
Javier Ortiz. El Mundo del País Vasco (28 de diciembre de 1990). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de enero de 2018.
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