La Administración de los Estados Unidos de América ha creado una llamada Oficina Global de Comunicación (OGC) encargada de no sólo de filtrar la información relativa a Irak sino también de fabricar las noticias que mejor sirvan a su causa.
La primera noticia que se ha inventado la OGC la difundió ayer su director, un tipo llamado Tucker Eskew: dijo que su Oficina no va a inventarse ninguna noticia. Sabemos que mintió porque hace semanas, cuando el Gobierno de Washington anunció que iba a crear un servicio de este género, admitió que una de sus funciones habría de ser la fabricación y difusión de «mentiras necesarias». Lo cual no tiene nada de particular porque, como se sabe -y está más que documentado, para estas alturas-, la CIA lleva muchas décadas defendiendo la difusión masiva de «mentiras necesarias» disfrazadas de noticias. Y haciéndolo.
Desde que el mundo es mundo, todos los Estados metidos en pendencias han hecho correr noticias falsas: algunas para despistar al enemigo, otras para minar su moral, otras para elevar la moral de los propios. Eso no tiene nada de nuevo. Lo peculiar del momento actual estriba, de un lado, en el inmenso poderío que tiene la maquinaria utilizable para la manipulación de las noticias y, de otro, en la práctica imposibilidad de contrastar esas supuestas noticias con la realidad.
¿Cómo saber qué parte de la ingente cantidad de supuestos datos que recibe a diario un ciudadano ávido de información -yo mismo, sin ir más lejos- responde más o menos a la verdad y qué parte es pura y simplemente mentira? No hay modo. En tiempos, los corresponsales de guerra se instalaban sobre el terreno de operaciones y contaban mal que bien lo que sucedía. Ahora, para empezar, no hay un terreno de operaciones propiamente dicho (como no tomemos por tal las oficinas en las que se decide qué hacer). En segundo lugar, las autoridades secan todas las fuentes de información potencialmente independiente, acotando la labor de la Prensa. En fin, son los Estados Mayores -sus servicios de propaganda- los que deciden de qué, cómo y cuándo deberá ser informada la población civil.
Esto no funciona así sólo cuando ya se han iniciado las hostilidades, sino desde bastante antes. Ahora mismo, por ejemplo. Hoy circula la noticia de que Washington estudia la posibilidad de utilizar armas nucleares tácticas en su ataque contra Irak. ¿Es verdad? ¿Cómo se ha filtrado esa supuesta noticia: en contra de la voluntad del Pentágono o deliberadamente? Cuentan también que los EUA planean lanzar sobre Irak en el primer día de ataque tantos misiles como todos los que dispararon durante los 40 días del anterior conflicto.
¿Verdadero, falso? ¿Cómo saberlo?
Es esas condiciones, sin posibilidad de discernir qué datos responden a hechos, planes y criterios reales y qué otros no son sino producto del aparato de agitación y propaganda del Pentágono, se vuelve materialmente imposible hacer análisis sobre la eventual guerra y sus circunstancias.
Me opongo a la guerra en todo caso, porque mi oposición no nace de ningún dato aleatorio. Ahora bien, en todo lo demás, me apunto a la última respuesta de los sondeos: NS/NC. No sé, no contesto. Me declaro incapaz de decir si sí, si no, si cuándo, si cómo, si con invasión por tierra, si con derrocamiento de Sadam Husein. Han conseguido que ya no me crea nada. Y con los datos proporcionados por la nada resulta un tanto complicado hacer predicciones.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (26 de enero de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de febrero de 2017.
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