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1999/12/14 07:00:00 GMT+1

Novelistas

Me topo con mi amigo Gervasio Guzmán, al que hace tiempo que no veía. Tras charlar de varias fruslerías, tales como el fin de la tregua de ETA, la afición de George Bush Jr. a las ejecuciones y la guerra de Chechenia, pasamos a lo fundamental: nosotros.

-Estoy escribiendo una novela -me dice. Y me cuenta a grandes rasgos el argumento. Me recuerda vagamente al de media docena de novelas ya existentes, pero no se lo digo. Se le ve tan ilusionado.

-Y tú -me pregunta-, ¿por qué no has escrito todavía una novela?

-Porque no sé -le respondo.

-¡Qué tontería! -dice. Y se va, dejándome con la duda de qué es en concreto lo que le parece una tontería: si que piense que no sé escribir novelas o que no lo haga, aunque no sepa.

Supongo que es esto último. Porque está clarísimo que hoy en día no tener ni idea de escribir novelas no es ningún obstáculo para escribirlas. Y lo que es peor: para publicarlas. Porque aquí se publica lo que sea. Todo. Sin parar.

Cualquier menda que cuente con cierta notoriedad, aunque la haya adquirido como alpinista, o como político mediocre, encuentra un editor que saque su pavada. Y el que carece tanto de notoriedad como de editor, se la publica él mismo, y tan feliz.

Sostiene Umberto Eco la tesis de que, como los muchos chinos que pueblan China descubran las ventajas del papel higiénico, todos los bosques del mundo no bastarán para calmar su demanda. Cree el italiano que ése puede ser el desastre medioambiental más importante de la Historia.

Eco no tiene ni idea. Mucho más terrible para la masa forestal del universo es la insaciable avidez publicadora de los españoles (y las españolas). Con la agravante de que aquí no se trata de un peligro potencial, sino de una catástrofe en acto: año tras año, la industria editorial de este singular país se carga el equivalente a un tercio de la Amazonia y dos Finlandias.

Y al que no le va la novela le da por el ensayo -qué nombre tan certero, en la mayor parte de los casos-, o por las memorias, con independencia de que su vida no tenga interés ni para él.

España parece decidida a refutar el Principio de Peter. Sostenía el doctor Laurence J. Peter que todo el mundo se eleva hasta alcanzar su nivel de incompetencia, llegado al cual se instala en él. O el Dr. Peter era un optimista incurable o no estudió el caso español.

En España mucha gente se eleva hasta alcanzar su nivel de incompetencia, sí, pero cuando lo logra raramente se queda en él: sigue intentando ascender. Y lo peor es que, ay, suele conseguirlo.

Javier Ortiz. El Mundo (14 de diciembre de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 13 de diciembre de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1999/12/14 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: jor el_mundo 1999 preantología gervasio_guzmán libros escritura | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

!Qué tipo mas estravagante Javier, entre aquellos de su gremio con cierta notoriedad¡ : Dejar de hacer algo por el mero hecho de no saber hacerlo....

Escrito por: kala.2010/12/13 17:20:54.305000 GMT+1

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