De vacaciones, aprovecho para reoír viejas cintas de cassette. Le llega el turno a Lluís Llach. Campanades a morts. Me vuelve a estremecer su feroz maldición. Traduzco de memoria, seguramente mal: «¡Asesinos! ¡Asesinos de razones! ¡Asesinos de vidas! ¡Ojalá no encontréis reposo hasta el fin de vuestros días! ¡Y que en la muerte os persigan vuestros recuerdos!». Llach compuso aquel largo lamento fúnebre inmediatamente después de conocer que la Policía había disparado contra una manifestación de trabajadores en Vitoria -corría 1976- y matado a tres. Otro, herido, moriría horas después. Manuel Fraga era a la sazón ministro de la Gobernación. En las manifestaciones de protesta posteriores, las multitudes gritaron: «¡Vitoria, hermanos, nosotros no olvidamos!». Sin embargo, yo al menos no consigo ahora, casi veinte años después, recordar el nombre de los muertos. He incumplido mi parte de aquella promesa.
Acaban de clausurarse los sanfermines. A raíz de la muerte del chaval norteamericano, se ha hecho el cómputo de las víctimas de las fiestas de Pamplona. Nadie ha recordado que hubo un muchacho que perdió la vida no en un encierro, sino en una encerrona. Se llamaba Germán, era militante de la LCR y lo mató la Policía hace tres lustros. En las fiestas posteriores, hubo concentraciones populares masivas en su memoria. Ya no. Ya ni siquiera figura en la lista de aquéllos a los que, como dicen tópicamente, San Fermín no protegió con su capote.
Está visto que nosotros -se refiera ese nosotros a quien sea, que tampoco lo tengo tan claro- sí olvidamos.
Lo cual, de un lado, está muy mal. Porque, como se ha dicho tantas veces, los pueblos que pierden la memoria están destinados a tropezar contra las mismas piedras. El propio Llach lo cantó en otra espléndida canción, A força de nits: «No olvidéis ningún nombre./ Habremos de tener memoria/ para no repetir/ los pasos de la Historia». No ya España: Europa entera ha perdido la memoria, y eso explica lo que está pasando en los Balcanes, donde los nuevos Hitlers son tratados con el placebo de Munich.
Pero también es cierto que el olvido forma parte de los mecanismos de autodefensa del alma humana. Minar la lista de las afrentas y los crímenes, mantener eternamente viva la llama del rencor, es sin duda políticamente muy útil. Pero muy amargo.
Por eso las personas más lúcidas tienen tanta tendencia a amargarse la vida. Y a amargársela a los demás.
Recordándoles, por ejemplo, que juraron que nunca olvidarían a quienes dieron su vida por nuestra libertad. Y denunciando que los hemos olvidado.
Javier Ortiz. El Mundo (4 de agosto de 1995). Subido a "Desde Jamaica" el 8 de agosto de 2011.
Comentarios
NI PSOE NI PP POR ESTO,corruptos 730 y los librados,29 años de gobierno,mitad salario de Francia,Alemania,Italia,Inglaterra etc,se regalan coches,trajes,VPOS,viajes y joyas,se perdonan sus deudas,colocacion hijos,primos,amigos,control medios y analistas de TODAS las tertulias y debates,se niegan saldar piso por hipoteca, incumplimiento programa electoral,(manipulacion ceoe,ccoo,ugt,iglesia,tv,periodicos,todos a sueldo)¿JUSTICIA?¿existe una justicia justa?NO..NI PSOE NI PP,PERO VOTA.GRACIAS.
Escrito por: borja.2011/08/08 16:32:20.991000 GMT+2