En mi pueblo no sé en otro se suele citar como ejemplo de tontería intrínseca el caso de Joto, del que se cuenta que vendió la moto para comprar gasolina.
Aparentemente, los gobiernos de la Gran Alianza son todos como Joto: para salvar el sistema de libertades, se las cargan.
Gran Bretaña quiere liquidar el hábeas corpus, honrosísima tradición que contaba con cuatro siglos de antigüedad. Un portavoz del socialista Tony Blair afirmó anteayer con total tranquilidad: «Si hay contradicción entre los derechos humanos y la defensa de la seguridad ciudadana frente al terrorismo, tenemos muy clara cuál es nuestra elección».
En EE.UU., el fiscal general -el ministro de Justicia, por entendernos- ha autorizado la intervención y grabación de las entrevistas entre los abogados y sus clientes, anulando con ello de un plumazo el derecho de defensa.
La UE está poniendo en marcha un sistema de extradición que carece de la menor supervisión judicial. El plan consiste en que entre los gobiernos se lo guisen y se lo coman. Eso, que no tendría nada de malo si los estados de la UE hubieran homologado sus legislaciones penales, representa una aberración jurídica cuando se practica entre países cuyos respectivos códigos tienen llamativas diferencias en los más diversos campos: conductas que son delito en unos países no lo son en otros; lo que aquí está castigado con cuatro años de cárcel allí se pena con 10, y allá con sólo dos... En tiempos, los expertos consideraban que la participación de los jueces en los procedimientos de extradición era uno de los signos que distinguían a los Estados de Derecho de las dictaduras. Adiós, muy buenas: también eso se acabó.
España prepara una normativa de control de los nuevos servicios de Inteligencia los herederos del Cesid que, de aprobarse, dejará en pañales la vieja y repudiada ley Corcuera. Los espías del Estado podrán intervenir tu correspondencia, pinchar tu teléfono y registrar tu domicilio con entera libertad, aunque tales diligencias no formen parte de ningún sumario abierto. No se te ocurra preguntar de qué se te acusa. No hará falta acusarte de nada. Tendrán un juez ad hoc de lo contencioso administrativo, para más inri que les firmará las autorizaciones a voluntad. Y a correr.
Es como para quedarse perplejo: ¿se defiende mejor la libertad recortando las libertades?
La ingenuidad es suponer que todo eso lo están haciendo para proteger las libertades. En el eterno tira y afloja entre el autoritarismo y los derechos democráticos, los estados están aprovechando la bicha de Ben Laden para ganar terreno y controlar mejor todo lo potencialmente díscolo, crítico, peligroso.
La cabra tira al monte. Y ellos, al fascismo.
Javier Ortiz. El Mundo (14 de noviembre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 21 de noviembre de 2012.
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