Ignoro si el acuerdo será tácito o resultado de contactos ad hoc, pero es un hecho: el PSOE y el PP han convenido que José María Aznar no sea llamado a declarar ante la Comisión Parlamentaria sobre el 11-M.
Comprendo que el PP no viera con buenos ojos esa citación. Sólo podía venirle mal.
Había dos posibilidades.
La primera es que Aznar defendiera sus argumentos peor que Acebes: que incurriera en alguna contradicción, que aportara datos inconvenientes, que se mostrara en exceso soberbio o agresivo... Eso no convendría nada a la imagen del PP, porque acentuaría la evidencia de que tras la masacre del 11-M metió la gamba hasta el corvejón.
La otra posibilidad -improbable, pero no imposible- es que Aznar lo hiciera mejor que Acebes. Tampoco eso le interesa a Rajoy, que ve con preocupación cómo pasan los meses y la tasa de popularidad del expresidente sigue siendo superior a la suya.
Al actual jefe de filas del PP lo que le conviene es que no se hable de Aznar, ni para bien ni para mal.
Eso está claro.
Las dudas acuden en tropel cuando uno se pone a examinar la opción del PSOE. ¿Por qué no quiere Zapatero que Aznar declare? La excusa esgrimida por el secretario de Organización socialista, José Blanco, es que ya el propio Rajoy ha dicho que Aznar no tiene nada nuevo que aportar y, si no tiene nada nuevo que aportar, para qué llamarlo a declarar.
La ciudadanía debería sentirse ofendida por la nula capacidad de raciocinio que le atribuye este señor. Pero ¿de cuándo a aquí las opiniones de Rajoy tienen valor de prueba para el PSOE? Por lo general, basta con que tu oponente demuestre preferir una cosa para que empieces a suponer que lo que te conviene es la opuesta. Eso sin contar con que la propia base del sofisma de Blanco es falsa: Rajoy no ha dicho que Aznar no pueda aportar nada.
Una vez descartado que el PSOE actúe así por la razón que confiesa, habrá que concluir que lo hace por razones inconfesables.
¿Cuáles? Tal vez temía que el PP forzara la comparecencia de Zapatero y que eso desluciera la imagen del presidente, o que el PP pudiera sacar partido de la intervención de Aznar por una u otra vía. Son hipótesis plausibles, pero más probable me parece que los cerebros del PSOE hayan llegado a la conclusión de que la tragedia del 11-M ya les ha dado todo el rédito político que podía proporcionar, que la investigación de lo sucedido no resulta demasiado prometedora, que el interés de la ciudadanía por ella ha bajado mucho y que -«por consiguiente», como diría el otro- más vale ir dando carpetazo al tratamiento parlamentario del asunto.
Es un cálculo de ésos que se suelen llamar políticos.
De ésos que contribuyen a denigrar la política, porque demuestran cuán poco interés por la verdad y qué nulo respeto por las víctimas tienen los políticos en el poder.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (7 de septiembre de 2004) y El Mundo (8 de septiembre de 2004). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 2 de julio de 2017.
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