Ahora resulta que la Guerra de Angola la provocó Gerald Ford, Kissinger mediante, con la colaboración del régimen racista sudafricano. EE.UU. justificó su total respaldo a la guerrilla ultraderechista de Unita alegando que actuaba así para contrarrestar la injerencia militar castrista.
Acaba de probarse, sin embargo, que no hubo intervención militar cubana en Angola hasta bastantes meses después de que Washington se decidiera a tomar en sus manos las riendas de aquella historia. El propio exdirector de la CIA en Angola ha revelado que Kissinger les obligó a fabricar informes falsos para utilizarlos como justificación de su opción bélica.
Dicho de otro modo: durante 25 años, la opinión pública internacional ha tenido como verdad indiscutible lo que no era sino una patraña. Una patraña con resultado de muerte. Y cuánta: un millón de víctimas.
Prosigo mi reflexión. He estado estudiando en los últimos tiempos algunos trabajos referentes a la actuación de determinados servicios secretos. De la CIA, sobre todo, pero también de organismos de inteligencia de otros estados, menos poderosos, aunque no peor organizados. Hablo de largos informes que han sido elaborados a partir de documentos internos de los propios servicios y de los testimonios de algunas personas que ocuparon puestos del máximo nivel en su jerarquía.
Pues bien: me ha dejado con la boca abierta su demostrada capacidad para modelar a placer el remedo de realidad que llamamos «noticias», para meter su nariz en los sancta sanctorum supuestamente menos manipulables y para mediatizar las más importantes decisiones sin que ni siquiera quienes las tomaban fueran conscientes de estar actuando como marionetas.
Item más. He tenido acceso a una información que está circulando estos últimos días profusamente en Francia, y también a través de Internet, con gran escándalo general. Apoyándose en fotografías ya publicadas, en documentos oficiales norteamericanos y en declaraciones de responsables políticos y militares de Estados Unidos, la información demuestra de manera incontestable algo que, de entrada, se diría increíble: que ningún avión se estrelló el 11 de septiembre de 2001 contra el edificio del Pentágono.
Hubo allí una explosión, ciertamente, pero no producida por el impacto de un avión, en todo caso. ¿Qué ocurrió realmente, entonces? A saber. Lo único que no admite duda alguna es que la versión oficial de lo sucedido, que tantos habíamos dado por buena, es una pura sarta de mentiras. Mentiras que abarcan también a buena parte del relato made in USA de la tragedia vivida aquella infausta jornada en el complejo del World Trade Center. Con todo lo cual entiéndanme ustedes ya no sé qué creer. O mejor dicho: ya sé lo que, de entrada, más vale no creer.
Javier Ortiz. El Mundo (6 de abril de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de marzo de 2018.
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