Era una invernal mañana brumosa bilbaina, hace más de diez años. Estaba trabajando en mi pequeño apartamento de la calle de Licenciado Poza, escuchando a Don Williams cantar Jamaica Farewell, una vieja canción hundida en mis recuerdos infantiles gracias a Harry Belafonte.
Adiós Jamaica es un suave calypso que describe los pensamientos melancólicos de un pescador que abandona el puerto de Kingston y sueña en el regreso junto a su amada. Don Williams la canta muy bien, acentuando su lado ingenuo y tenue, haciendo que suene de fondo una suave marimba caribeña.
De repente, pensé en esa Jamaica idílica. Y la soñé como símbolo del No-Allí. Imaginé una Jamaica como la de la canción, como la de los carteles turísticos: alegre y cantarina, primitiva y soleada. Como lo contrario de la triste grisura que veía por la ventana.
Escribí entonces un artículo que con los años daría título a mi segundo libro: Jamaica o Muerte.
Jamaica. Itaca. La lucha por el sueño. Prometeo: el sacrificio por lo imposible. El debe contra el puede.
Ayer, cuando salí por la noche de la radio en Alicante, conduje el coche lentamente por la carretera de la costa, sin prisa por llegar a mi casa de Aigües, donde nadie me esperaba.
Me detuve cerca de El Campello, al borde de la inmensa playa desierta, sólo iluminada por una media luna amarillenta reflejada como un reguero sobre el agua.
Bajé del coche y me acerqué al mar.
Me senté junto a la orilla en una tumbona abandonada, bajo la noche oscura. Sólo se oía la suave cadencia de las olas. Olía a salitre.
Sin saber por qué, saqué un raído papel del bolsillo, de ésos que utilizo para no olvidar los recados. Escribí sin ver apenas, sin pensarlo dos veces, como un autómata:
«Todo lo que tenía que escribir, ya lo he escrito.
Todo lo que tenía que odiar, ya lo he odiado.
Todo lo que podía amar, ya lo he amado.
Nada me queda por escribir.
Nada que odiar.
Nada por amar que no haya amado.»
Guardé el papel. Seguí escuchando el lento vaivén de las olas.
Y me quedé dormido.
Desperté horas después. Hacía frío. Volví al coche y lo puse en marcha.
Encendí la radio. Escuché las noticias: «Graves incidentes en Jamaica. Un tiroteo entre la Policía y la población del barrio portuario ha causado medio centenar de muertos».
Y entonces tuve la certeza: ya no hay Jamaica.
Ya no hay opción entre Jamaica o muerte.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (10 de julio de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de mayo de 2017.
Os dejamos con la canción interpretada por Harry Belafonte.
Comentarios
Escrito por: Manuel Couceiro.2009/05/09 14:32:58.369000 GMT+2
Escrito por: Agustina.2009/05/09 23:30:11.754000 GMT+2