Los obispos de la Iglesia Católica española convocan a los ciudadanos a manifestarse mañana en defensa de la familia y el matrimonio.
¿De qué familia? ¿De qué matrimonio?
Resulta al menos chocante que sean los integrantes de un colectivo que tiene entre sus normas de obligado cumplimiento las dos más opuestas a las causas invocadas -se han prohibido casarse y fundar sus propias familias- los que se erijan en defensores dogmáticos de una de las formas de matrimonio y familia, negando a todas las demás su derecho a la vida.
Es en verdad chocante su comportamiento, habida cuenta de que saben muy bien que la Historia -no sólo la Historia en general, sino incluso la Historia de su propia religión- registra la existencia de tipos de familia y de matrimonio muy diversos. Todos ellos manejan asiduamente el Antiguo Testamento, cuyos libros dan por sagrados desde Pablo de Tarso: esas escrituras aportan noticia de muy santos y venerados varones que practicaron la poligamia con gran entrega y aún mayor eficacia procreadora. ¿Irá la convocatoria de mañana también contra ellos?
Me parecería extraño el entusiasmo de los obispos españoles por causas tan ajenas a sus personales prácticas así tuvieran la costumbre de animar cada dos por tres a la ciudadanía a salir a la calle para dejar airada constancia de sus desacuerdos. Pero qué va. Jamás han llamado a manifestarse, por ejemplo, para que el Estado cumpla con su compromiso de dedicar el 0,7% del PIB a la ayuda a los países empobrecidos. No recuerdo yo que hayan convocado tampoco ninguna marcha contra los dictadores genocidas del Cono Sur (antes al contrario, podría decirse). Menos aún que suscribieran llamamientos para manifestarse contra la dictadura de Franco (cierto es que hubieran tenido problemas para correr delante de la Policía y sostener a la vez el palio con el que protegían al Generalísimo y sus secuaces).
Me pregunto si la finalidad de esta convocatoria será la de dejar constancia de que, en criterio de los señores obispos, pintan más varios cientos de miles de manifestantes que bastantes millones de votantes. Todo puede ser. Recuérdese que tuvieron un feligrés muy devoto -«caído por Dios y por España», según dejaron escrito en los pórticos de miles de iglesias celtibéricas-, que sostenía que lo mejor que puede hacerse con las urnas es romperlas.
Sea como sea, lo que más me joroba de las actividades políticas del Obispado español, incluido su machacón agit-prop mediático, es que se financien, en todo o en parte, a costa del erario, o sea, con el dinero de todos. Y que el Estado las catalogue como «actividades sociales».
Cada año nos pregunta si queremos dar nuestros euros impositivos a los asuntos del clero o a «otras actividades sociales». ¿Otras? ¿Qué pasa, que las de la jerarquía católica lo son? A fe que no.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (17 de junio de 2005) y El Mundo (18 de junio de 2005), salvo la nota publicada únicamente en el apunte. Subido a "Desde Jamaica" el 21 de octubre de 2017.
Post data de contenido intensamente ideológico-político - El taxista que me pasea de recado en recado por la capital del Reyno me pregunta, desolado ante la visión de tanta obra pública: «¿Qué cree usted? ¿Será Madrid sede de los Juegos Olímpicos del 2012?». Le respondo: «Supongo que preferirán París». «¿Por qué?», se sorprende. «Porque España tuvo ya los Juegos de 1992. Están muy cercanos», contesto. «Ah, bueno, sí... ¡Pero eso fue en Barcelona!», exclama con una sonrisa enorme. Sonrío yo también y le apostillo: «Sí, ya entiendo por dónde va. Pero tenga usted en cuenta que los del COI no son separatistas españoles».
Guardó silencio durante el resto del recorrido. No me pareció que estuviera ofendido. Sólo pensativo.
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