Recuerdo la envidia que me producía, como vasco, ver, allá por finales de los setenta y comienzos de los ochenta, la capacidad que mostraban los catalanes para hacer chanza de sí mismos y de sus símbolos. Eran los tiempos en que La Trinca era un grupo humorístico-musical catalán y no una máquina de hacer millones afincada en Madrid. Aquellos chavales se reían de todo lo que se les ponía por delante, hasta de lo más sagrado (del Barça, por ejemplo) y el público aplaudía con regocijo sus burlas. Yo me decía: «Sale en Euskadi alguien así y lo corren a boinazos por la pradera».
Ése es uno de los cambios más significativos que ha experimentado Euskadi en el último cuarto de siglo. Ahora es mayoría la gente vasca que ríe las «irreverencias» de los humoristas. Le parece de perlas que no dejen títere con cabeza, demostrando con ello una sana predisposición a no tomarse demasiado en serio y a distanciarse críticamente de lo propio. El enorme éxito de ¡Vaya semanita!, un programa de la televisión autonómica que hace irrisión de todos los personajes públicos, sin excepción, y de todos los arquetipos sociales y políticos de la sociedad vasca, lo demuestra de manera palmaria. Ni la ikurriña, ni el PNV, ni el Cristo que los fundó: allí nadie se libra de la trituradora del humor.
Es en ese contexto en el que debe entenderse un reciente anuncio de la propia televisión autonómica vasca, que juega, como en la canción infantil Vamos a contar mentiras, a invertir los términos de la realidad sobreentendida. De la misma manera que por el mar corren las liebres y por los montes las sardinas, el anuncio presenta a un andaluz soso que llega a un País Vasco convertido en reserva del buen humor. El spot se atiene a todos los tópicos, invirtiéndolos, para sacar jugo de la paradoja.
Pues bien: el PP andaluz ha montado en cólera. Ha decidido que el anuncio es reflejo del «imaginario colectivo nacionalista, etnicista y excluyente» y ha exigido su «urgente retirada» (lo cual demuestra, ya de paso, lo bien que se ha informado antes de hablar: la campaña publicitaria en cuestión ya había concluido).
Es un asunto menor, sin duda, pero significativo. Revela hasta qué punto los hay que se dedican a la crispación por sistema, siempre dispuestos, como dicen los franceses, a «hacer fuego con cualquier madera». Aunque eso les lleve al ridículo de desmentir indignados que las liebres corran por el mar y por el monte las sardinas, y a exigir airadamente al autor de la canción que la retire.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (26 de octubre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 18 de octubre de 2017.
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