Inicio | Textos de Ortiz | Voces amigas

2001/06/04 06:00:00 GMT+2

Nepal

Cuenta el enviado especial de El Mundo a Nepal, David Jiménez, que Gyandendra, nombrado regente, ha tratado de justificar el asesinato de doce miembros de la familia real -incluidos su hermano, el rey, y su cuñada, la reina- asegurando que «un arma automática se disparó accidentalmente».

Escribe Jiménez que Gyandendra ha hecho esa declaración «en un intento de cerrar las heridas cuanto antes».

No sé. Me da a mí que, hasta para el más crédulo de los súbditos nepalíes, tanto tiro es demasiado tiro como para aceptar que haya podido producirse de manera accidental. Y que doce cadáveres tienen que presentar demasiadas heridas como para que quepa cerrarlas rápidamente.

Puede resultarnos un tanto exótica esta historia de parricidio-magnicidio en masa. Y lo es. Pero hay un aspecto que bien merece una reflexión pro domo nostra.

No me refiero, no, al hecho de que el presunto autor de la matanza, el príncipe heredero Dipendra, haya montado semejante bochinche porque su madre, la reina Aishwarya, se opusiera tajantemente al intento del mozo de desposarse por amor con una mujer de sangre impura. Francamente, por mucho que Felipe de Borbón quiera a esa chica noruega que anuncia sujetadores, y por mucho que Jaime Peñafiel vea mal tales amores, no veo yo al pequeño de los Borbón y Grecia cargándose a sus papás, a sus hermanas, al Marichalar y al Urdangarín, todos de una tacada, nada más que por el aquél de demostrar que lo suyo va en serio.

No. La parte aleccionadora que le veo a la carnicería real nepalí va por el lado de que su presunto autor, pese a haber organizado semejante derroche de sangre azul, ha sido nombrado rey.

Y lo ha sido por una razón bien sencilla: las leyes nepalíes lo eximen de responsabilidad penal. Lo cual quiere decir que, si lograra sobrevivir al tiro que se disparó en la sien -con puntería sorprendentemente mala, a lo que parece-, subiría al trono sin que nadie pudiera objetarle nada con las leyes en la mano.

Es eso lo que no podemos tomarnos por aquí como un atavismo nepalí. Porque nuestras leyes también eximen a nuestro monarca de cualquier responsabilidad penal. «La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad», establece el artículo 56.3 de la Constitución Española. Un asunto relativamente secundario cuando se trata de decisiones políticas, porque todas las de ese género que tome el rey de España deben venir refrendadas por el Gobierno, pero que es crucial cuando de lo que se habla es de pegar cuatro tiros a alguien o, más arrastradamente, de saltarse los semáforos en rojo, de circular a 180 km./h. por las carreteras o de cobrar comisiones millonarias del rey de Arabia Saudí. Haga lo que haga Juan Carlos de Borbón -haya hecho lo que haya hecho, digamos, por ser más precisos-, nadie le puede imputar nada.

Nepal está muy lejos, sin duda, pero todas las monarquías son vecinas.

--------------

Post scriptum. Oigo en las noticias de las 10:00 que el príncipe Dipendra, rey por un día, la ha diñado -se ve que tampoco apuntó tan mal-, y que su tío, el regente, ha sido proclamado nuevo rey. Bueno, allá ellos. A los efectos de mi perorata, tanto da que da lo mismo. Hubiera podido ser rey, y con eso basta.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (4 de junio de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de mayo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2001/06/04 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: diario 2001 | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

Comentar





Por favor responde a esta pregunta para añadir tu comentario
Color del caballo blanco de Santiago? (todo en minúsculas)