Afirma Arnaldo Otegi que «nadie discute hoy en día que Euskal Herria es una nación».
Sostiene Mariano Rajoy que, con la excepción de Rodríguez Zapatero, «nadie tiene dudas sobre qué es España».
Hace unos días escribí por aquí que «nadie discute» que el juego del F. C. Barcelona es de otro mundo, comparativamente hablando, y una amiga me afeó que usara esa expresión, que tantas veces he denostado. Le respondí que en el caso del Barça me parece lícito utilizarla, porque, efectivamente, nadie -que yo sepa- ha puesto en duda el carácter cualitativamente superior de lo que sus jugadores suelen hacer en los últimos tiempos sobre la hierba de los estadios.
Lo de Otegi y lo de Rajoy, en cambio, no se sostiene: vaya que sí hay gente que duda de que Euskal Herria sea una nación; vaya que sí hay gente que alberga serias dudas sobre qué es España. Por discutirse, incluso se discute qué es una nación, y hasta los hay que creen -gente de alma poética- que puede haber «una nación de naciones».
Considera Otegi que no es concebible un futuro de Euskal Herria del que esté ausente Navarra. Una vez más, todo depende. Si de futuro político se trata, cabe concebir eso y mucho más (o mucho menos, como se quiera). A cambio, si de lo que estamos hablando es de la comunidad cultural vasca, entonces es otra cosa. En ese caso, como no medie una bomba atómica o algún ángel exterminador semejante, no veo yo cómo podría desprenderse el pueblo navarro de los lazos que le unen a las gentes de los otros territorios de Euskal Herria.
Otegi se basa en una evidencia cultural para formular una especie de dogma político. Y eso no es lícito, intelectualmente hablando. La gente de Navarra no puede decidir a qué ámbito cultural y antropológico pertenece, porque eso le viene dado, pero sí tiene derecho a decidir en qué ámbito político quiere situarse.
Por cierto que resulta risible oír a Miguel Sanz, Mariano Rajoy y tutti cuanti de la derecha afirmar -ayer lo hicieron en tropel- que «Navarra ha de ser lo que los navarros quieran».
En primer término, porque no creo que, en el nada reprochable caso de que a los navarros les apeteciera que Navarra se convirtiera en la primera potencia mundial, eso pudiera llevarse a cabo sin más, por el aquel de no frustrarlos.
En segundo lugar, porque fueron ellos, los jefes de la derecha, los que decidieron en su día que, a diferencia de lo acaecido por otros lares, el régimen autonómico de Navarra no fuera sometido a referéndum.
Y, en fin, porque no acaba de ser del todo lógico que consideren que los navarros tienen derecho a decidir su destino político sin injerencias ajenas y, en cambio, nieguen ese mismo derecho -el de autodeterminación, en suma- a la población de las tres provincias de la Comunidad Autónoma Vasca.
La verdad es que, así que se ponen a hablar, se meten en cada jardín...
Javier Ortiz. Apuntes del natural (9 de diciembre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de noviembre de 2017.
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