Dicen que el vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, ha sido marginado de la campaña de conmemoración de la década de gobierno socialista. Eso probablemente esté muy feo, y sea una sucia maniobra de Ferraz. Pero también cabe una hipótesis menos malvada: es posible que la Ejecutiva Federal haya estudiado de qué les podía valer Serra en esa campaña, y que no le hayan encontrado la más mínima utilidad. ¿Lo imaginan, por ejemplo, en la tribuna del gran mitin socialista de mañana en Madrid? Ustedes saben que, entre las virtudes de don Narcís -de las que no tengo noticia, pero se las supongo, y muchas-, no está el don de la oratoria. No se le puede acusar a Alfonso Guerra de maltratar a su sustituto sólo porque se niegue a reventar los mítines del partido introduciendo en ellos el verbo atiplado y disonante de don Narcís. Guerra sabe que el PSOE está perdiendo votos: tampoco es cosa de espantar los que le quedan.
Podían haberle dedicado, es cierto, alguna viñeta de su celebrado cómic. Pero estoy convencido de que ahí quienes se rebelaron fueron los dibujantes. Seguro que hicieron ver a los organizadores de la conmemoración que es del todo imposible introducir la figura de Narcís Serra en un dibujo y conservar la debida seriedad. Además, incluso aunque hubieran podido dibujarlo sin mover inconteniblemente a la hilaridad colectiva, ¿realizando qué actividad iban a retratarlo? Que se sepa, Serra no hace estrictamente nada desde que es vicepresidente, si se exceptúa la tarea de llevar el título de vicepresidente y la de dar a entender cada dos meses que él es el jefe del sector renovador del partido (que nadie sabe ni qué es, ni qué quiere renovar, ni por qué no lo renueva). Una tal inactividad puede constituir una táctica muy astuta y muy práctica para no cometer equivocaciones, pero plantea serias dificultades a la hora de sacarle rentabilidad.
Todo lo más, cabe reprochar a Ferraz que no haya pensado en Serra de cara a esa labor propagandística de puerta a puerta que proyectan. Ahí, la verdad, sí que me encaja don Narcís. Lo imagino muy bien llamando al timbre de las casas, folleto en mano. Su único problema es que no lo confundan con un vendedor de enciclopedias.
Javier Ortiz. El Mundo (24 de octubre de 1992). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de diciembre de 2012.
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