Oigo la airada pregunta de los estudiantes de Instituto que se manifiestan por el centro de la Villa y Corte: «¿Por qué nos dan por culo, si somos el futuro?» -gritan desaforadamente.
Medito sobre el interrogante. Concluyo que está mal formulado.
La alusión a la penetración anal no me la tomo muy en serio, por supuesto. Me permite confirmar tan sólo lo que de antemano ya daba por hecho: que los estudiantes de hoy están firmemente dispuestos a seguir la recia tradición celtibérica de sus progenitores. Gracias a ellos, no corremos el más mínimo peligro de que la lengua castellana pierda ese singularísimo encanto que le otorgan las continuas referencias despectivas a los genitales de ambos sexos («coñazo», «huevón», etc.) y la sistemática consideración de las relaciones sexuales como formas de humillación («jódete», «mamón», «que te den por el culo», etc).
Me resulta mucho más curiosa la segunda parte de la proposición. ¿De dónde habrán sacado estos chavales la idea de que ellos son el futuro, o sea, de que el porvenir les reserva el papel de protagonistas de nuestra sociedad? No veo el más mínimo signo que permita llegar a tan extraña conclusión.
Algún día habrá que analizar en profundidad la función social que ha hecho suya la autodenominada «generación del 68». Allá por el comienzo de los 70, los integrantes de esa generación llegaron por su cuenta y riesgo al convencimiento de que estaban destinados a hacerse con el control absoluto de la vida pública -de toda: de la política, del arte, de la ciencia, del periodismo- y no pararon hasta conseguirlo. Lo lograron, se instalaron y no tienen la más mínima intención de dar el relevo a nadie. España entera está dominada, en los más diversos órdenes, por esa gente de entre cuarenta y cincuenta años que lo único que sabe hacer es triunfar y mandar. Si los quinceañeros se creen que el futuro es de ellos, van de cráneo: la generación del 68 está firmemente decidida a controlarlo todo de por vida. La jubilación no entra en sus planes. Ya lo verán: seguirá mandando hasta la muerte.
Ese es otro de los dramas de la juventud actual: no tiene espacio social disponible. Lo ocupamos en exclusiva los integrantes de esa extraña, ambiciosa y monopólica carnada del 68. Entre nosotros, podemos incluso aborrecernos, si se tercia (que se tercia). Pero a los demás ni siquiera les permitimos que participen en el juego.
No, chavales: nadie os está dando por el culo. A vosotros os pasa como a Ugarte, el personaje que encarna Peter Lorre en Casablanca. Pregunta Ugarte a Rick/Bogart: «Tú me desprecias, ¿verdad?». Y Rick le responde: «Si pensara en ti, quizá te despreciaría».
A vosotros nadie os da por el culo, pero no por consideración de ningún tipo. Simplemente porque, para hacerlo, sería necesario teneros en cuenta, reparar en que existís, pensar en vosotros. Y no es el caso.
Javier Ortiz. El Mundo (20 de noviembre de 1993). Subido a "Desde Jamaica" el 27 de noviembre de 2010.
Comentarios
Escrito por: Miguel.2010/12/01 19:46:55.617000 GMT+1
Ya hora con la crisis mucho peor,porque sin trabajos a largo plazo,sin plan de empleo alternativo a la vista,nos toca envejecer en casa con nuestros padres,una cosa curiosa es que no nos dejan crecer y luego se quejan de que no maduramos,parte de la crisis son ellos y su actitud, la crisis en España es causa de la gerontocracia,un mal del que Fraga ,todavía vivo y en la política como senador,es un vivo ejemplo,y muchos que quieren salvar un estilo de vida que se cae por su propio peso y/o edad.
Escrito por: Sergio.2010/12/10 20:41:35.480000 GMT+1