Presentó ayer el lehendakari Ibarretxe las líneas generales que inspiran su plan, famoso avant la lettre.
Considerado desde mis centros de interés, aprecio en el dibujo trazado por su discurso -esto es sólo una primera aproximación: tiempo habrá de juzgarlo más en detalle- diversos tipos de propuestas.
Veo reivindicaciones que apuntan al reconocimiento del derecho del pueblo vasco a decidir por sí mismo sobre aquellos asuntos que los pueblos de Europa aún pueden decidir sin demasiadas cortapisas externas (otros muchos están ya casi por completo en manos de la UE).
Hay también determinadas propuestas que tienden a ampliar el campo del autogobierno en toda una serie de materias prácticas: sanidad, justicia, etc.
Nada de ello me incomoda lo más mínimo. Antes al contrario: favorable a la forja de una España compuesta de pueblos libres e iguales, de un lado, y firme defensor del llamado «principio de subsidiaridad», conforme al cual los centros de decisión más elevados sólo deben encargarse de regir aquellos asuntos que desborden la capacidad de decisión de los órganos rectores más próximos a la ciudadanía -lo cual es aplicable a Euskadi en relación a España, pero también al Goiherri en relación a Gipuzkoa, y a mi pueblecito de Aigües en relación a la comarca del Alacantí-, todo eso me parece de perlas.
Pero veo que Ibarretxe pone también en el orden del día algunas propuestas referentes a la simbología de la identidad no ya nacional, sino estatal. Eso me parece ya más problemático. No sólo porque supone desbordar el marco del derecho de autodeterminación para reclamar aquello que sólo podría materializarse si se hubiera ejercido ese derecho y hubiera dado como resultado una opción mayoritaria en pro de la independencia -aunque luego se alcanzaran determinados acuerdos con España-, sino también, y sobre todo, porque ese género de reivindicaciones, de trascendencia material mínima para el bienestar de la ciudadanía, para lo que sirven es para dar combustible a los incendiarios de las relaciones no ya entre Euskadi y Madrid, sino entre los ciudadanos y ciudadanas de Euskadi y las gentes que habitan del Ebro para abajo.
Sobre esto último -y sobre los extremos desquiciantes a los que se está llegando- escribiré mañana.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (27 de septiembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 22 de octubre de 2017.
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