El mundillo del periodismo atesora un auténtico almacén de patas de banco, pifias y estupideces afirmadas en público que bien pueden calificarse de míticas. Algunas son de hecho tan míticas que encajan de perlas con la segunda acepción que los diccionarios suelen dar al término: ficticias. Tengo archivada una larga colección de afirmaciones ridículas atribuidas a tal o cual político de postín o a tal o cual medio informativo que, a nada que uno las investiga, descubre que o no las soltó quien se pretende, o no las soltó nadie, porque son pura invención. De George W. Bush a Esperanza Aguirre, pasando por Carmen Sevilla, los ejemplos menudean.
Un caso casi histórico: se cuenta que hace muchísimos años, en la época en la que los vagones de los trenes se dividían en tres categorías (primera, para los ricos; segunda, para las clases medias; tercera, para los pobres), se produjo en España un grave accidente de ferrocarril y un periódico publicó: «Afortunadamente, todos los muertos eran de tercera».
Ni sé las veces que habré oído relatar esa anécdota. Pero jamás me he encontrado con nadie que diga: «Es verdad: eso lo publicó el periódico Tal en tal fecha». De haberlo oído, me habría pasado por la Hemeroteca Nacional para comprobarlo. Porque no me creo que haya nadie tan tonto como para escribir algo así.
Y es que una cosa es sentirlo, y otra, reconocerlo.
Porque no nos engañemos: es de ese modo como se ve la realidad en todos los periódicos, en todas las televisiones y en todas las radios del mundo occidental. Nadie lo dice, y hasta es posible que haya algunos que ni siquiera sepan que lo piensan. Pero lo piensan.
Ejemplo. De acuerdo con los cálculos más estrictos y rigurosos, la actual Guerra de Irak ha causado del orden de 25.000 víctimas mortales. Son estadísticas referentes a la población civil: no contabilizan los soldados muertos (aunque eso tampoco sea decisivo, porque en las guerras de ahora apenas mueren militares).
Pues bien: si se considera la valoración informativa, cuantitativa y cualitativa, que los medios de comunicación occidentales han concedido a esas 25.000 víctimas, y si se compara con la que han otorgado a las víctimas de los recientes atentados de Londres, por un lado, y a las de los aún más recientes de Egipto, por otro, se comprobará de inmediato que la cosa no tiene vuelta de hoja: ¡por supuesto que hay muertos de primera, de segunda y de tercera! Diga lo que diga la Declaración Universal de Derechos Humanos sobre la igualdad de todas las personas.
Sé que no descubro ningún secreto denunciando que las cosas son así. Pero es eso precisamente lo que me resulta más escandaloso: que seamos tantos los que sabemos que hay muertos valorados como de tercera, y lo demos por bueno, y demostremos que nos importa un bledo, y no se nos caiga la cara de vergüenza.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (26 de julio de 2005) y El Mundo (27 de julio de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 8 de julio de 2017.
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