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2003/04/13 06:00:00 GMT+2

Muerte en Cuba

En tiempos de la democrática Atenas, allá por el siglo V antes de Cristo, la esclavitud estaba integrada en las pautas culturales de la civilización. Incluso los propios esclavos la consideraban «natural». Sabían que carecían de derechos y que, en consecuencia, podían ser tratados como cosas.

Fue ya en las cercanías del comienzo de la era cristiana cuando alguien -el gladiador tracio Espartaco- se atrevió a poner en cuestión la esclavitud y se levantó en armas contra ella. La Historia no estaba madura todavía para esos afanes de igualitarismo jurídico. Hubieron de pasar un buen puñado de siglos hasta que el rechazo de la esclavitud se abrió paso en los países más avanzados.

Hoy, aunque pervivan determinadas formas de esclavitud, algunas de ellas apenas camufladas, la ideología dominante a escala mundial proscribe y condena la esclavitud.

Lo que acabo de apuntar con respecto a la esclavitud podría aplicarse, con las variaciones correspondientes, a muchas otras consideraciones sociales. A su modo y manera, la consideración colectiva de la pena de muerte ha experimentado también una evolución muy notable, sólo que más concentrada en el tiempo: ha cristalizado en el tramo final del siglo XX. Las fuerzas política e ideológicamente más transformadoras, en el pasado muy dadas a la limpieza expeditiva del forro de quienes se interpusieran con malas artes en su camino, han pasado a rechazar la idea de la condena como venganza para dar paso a una concepción más positiva y racional, dirigida a la prevención de la reincidencia y a la exploración de las posibilidades de rehabilitación del reo (me atengo al modelo teórico).

En todo caso, casi todos los estados que se pretenden «civilizados», o que presumen de serlo, han ido aboliendo uno tras otro la pena de muerte. En la actualidad, sólo pervive en estados controlados por fuerzas fanáticas, instaladas en el «ojo por ojo, diente por diente» o convencidas de que la pena capital tiene un efecto disuasorio de la mayor importancia.

¿Que Cuba sufre un bloqueo intolerable? Cierto. ¿Que la Casa Blanca ha intentado toda suerte de tropelías en su contra, desde el desembarco de tropas hasta el magnicidio? Sin duda. ¿Que los tres condenados a muerte y ejecutados secuestraron a punta de pistola y a filo de cuchillo una embarcación de pasajeros para fugarse a Florida? Supongo que será verdad. Pero me da igual. Nada de eso justifica su ejecución. Primero, porque el Gobierno cubano no va a sacar ningún beneficio de semejante barbaridad. Y segundo, porque aunque lo sacara, el dislate ético seguiría siendo el mismo.

Creyendo que da prueba de su fortaleza, lo único que logra el régimen castrista con estas muestras de brutalidad en estado puro es dejar sin palabras a sus defensores exteriores. Que los tiene. O, mejor dicho: que le quedan. Todavía.

Nota. Terminado el texto anterior, leo que Castro ha advertido a Bush de que Cuba está preparada para «una guerra de 100 años». Una fanfarronada absurda. No se la cree nadie. Ni él. Y casi mejor, porque si se la creyera demostraría que no está muy en sus cabales.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (13 de abril de 2003) y El Mundo (14 de abril de 2003), salvo la nota, la cual únicamente se publicó en el Diario. Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 28 de marzo de 2017.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2003/04/13 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: preantología el_mundo fidel_castro cuba muerte diario 2003 pena_de_muerte ddhh | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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