En tiempos pretéritos solía ponerse como ejemplo de estupidez a «Joto, que vendió la moto para comprar gasolina».
Se diría que Mayor Oreja es descendiente directo del Joto aquél. La genial idea de que los ecuatorianos sin papeles de la comarca de Lorca regresen a su país, reciban allí la documentación pertinente y se vuelvan para Murcia es de una estupidez apabullante. Tanto los propios inmigrantes como los partidos españoles de oposición han rechazado el plan, y con toda lógica. La Embajada de Ecuador en Madrid es tan territorio ecuatoriano como el mismísimo centro de Quito. Que se pasen por la legación diplomática de su país y reciban allí los papeles correspondientes. Todos saldríamos ahorrando: ellos, una pérdida considerable de jornales y una paliza importante; el Estado español -esto es, los contribuyentes, o sea, nosotros-, el importe de varios miles de billetes de idea y vuelta en avión.
Sólo encuentro dos posibles explicaciones para ese plan.
Una, que lo haya elaborado Iberia.
La otra, que el Gobierno de Aznar no tenga la más mínima intención de facilitar la vuelta de esos inmigrantes -de todos ellos, se entiende- y que esté tratando de venderles un peine.
Cuando se les manifiesta este temor, fundado en la pura lógica, los gobernantes españoles se dan aire de ofendidos y dicen en tono muy solemne que tienen «empeñada su palabra en ello».
No les creo. Dudo muy mucho de que haya habido un Monte de Piedad que les haya aceptado ese empeño: para estas alturas, su palabra no vale dos duros.
La prueba de ello está bien calentita. En 1996, los funcionarios creyeron al Gobierno cuando se comprometió a actualizar sus salarios y, así que llegaron los Presupuestos al Parlamento, Aznar se limpió el pompis con el acuerdo firmado.
¿Empeñada, su palabra? ¡Que enseñen la papeleta!
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (27 de enero de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de abril de 2017.
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