¿Alguien sabe qué sentido tiene la furia ilegalizadora que le ha entrado a Baltasar Garzón? A mí me resulta un perfecto misterio.
El Derecho Penal es esencialmente individualizador: delinquen las personas -las que delinquen-; no las organizaciones, ni los partidos políticos, ni los periódicos, ni las instituciones.
Pese a lo cual, y aunque lo sabe, el instructor del Juzgado número 1 de la Audiencia Nacional no para de hacer imputaciones genéricas de las que deriva represalias no menos genéricas.
Ahora ha sido el turno de Haika. Zas, ilegalizada.
¿Consecuencias prácticas? Ninguna mínimamente trascendente, que yo vea. A los de Haika les basta con cambiar el nombre de la cosa. Mañana van y dicen que se llaman Puzkarra -palabra referente a determinada actividad orgánica que casi mejor no traduzco- y se quedan tan anchos. ¿Qué habrá ilegalizado Garzón, en la práctica? El uso político de un sustantivo. Fantástico.
Los fenómenos sociales no desaparecen porque un auto judicial se lo ordene.
Me imagino que HB habrá ya registrado media docena de siglas, por si las moscas.
De acuerdo en que hay una cosa que sí consigue Garzón con este trajín: que su nombre salga cada dos por tres en las portadas de los periódicos, y su imagen en la tele. Pero, por mucho afán de notoriedad que tenga el hombre, se me hace muy cuesta arriba atribuir su actuación a un puro ataque de petulancia.
No sé. ¿Y si fuera que el juez de la biografía actúa siguiendo la estela de esos políticos que tratan de disimular su impotencia -y el incumplimiento de sus promesas milagreras- echando mano de fuegos de artificio y de golpes de efecto? ¿Y si, a falta de realidades, buscara las apariencias?
Cualquiera sabe.
De todos modos, mi nómina de misterios no se agota con Garzón, ni mucho menos. Otro, también reciente y todavía más insondable, me lo ha proporcionado el Gobierno, con todo el pollo del sondeo del CIS. ¿Tanta trampa y tanto enigma para acabar sacando unas previsiones que apenas se diferencian de las ofrecidas por los demás tinglados demoscópicos? Hay quien dice que ha sido una argucia para animar a la participación electoral. Me parece inverosímil: nadie paga el precio de quedar como un maldito tramposo con un objetivo tan improbable. Insisto en la misma línea de sospecha: ¿no será más bien que quien ya hizo una pifia -mentir sobre la realización del sondeo- ha acabado por añadir otra, trampeando los resultados que ha dado a conocer?
A saber. Esta gente es tan rara y hace cosas tan misteriosas...
Javier Ortiz. Diario de un resentido social y El Mundo (12 de mayo de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 24 de mayo de 2011.
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Escrito por: kala.2011/05/24 11:54:57.964000 GMT+2