Víctima de una fastidiosa indisposición que me ha hecho pasar una noche toledana, me he levantado tarde y mal. No he tenido tiempo -ni demasiado ánimo, todo sea dicho- para meterme en la harina de todos los días. Apenas he echado una ojeada a los periódicos. Lo relativo a la campaña electoral lo he pasado prácticamente por alto. El fracaso de la manifestación de Barcelona -supongo que relativo, porque el punto elegido para la concentración tampoco era propicio para acoger a un gran gentío, lo que parece indicar que los propios organizadores no esperaban mucho más- tampoco me produce mayor emoción. Llama más la atención el asunto del espionaje británico en las Naciones Unidas, pero no veo qué podría decir yo que no haya dicho ya casi toda la prensa, salvo que con socialistas como Blair no hacen falta conservadores para nada.
Ha sido repasando las noticias sobre el terremoto del Rif donde he encontrado más motivos para la indignación. Si me mejora el cuerpo, quizá escriba algo más sobre eso. De momento, retengo una declaración del coronel Mammar, responsable de coordinación del aeropuerto de Alhucemas: «La recepción de la ayuda es perfecta, pero lo estamos mejorando». Es difícil encontrar un caso de cinismo más acabado. Todo el mundo dice que la pasividad en la distribución de la ayuda llegada a ese aeropuerto es uno de los principales problemas que se presentan, y el responsable de la inoperancia se declara presto a mejorar la perfección. Pues no es nadie él.
Entretanto, el rey Mohamed VI, cuya presencia había sido anunciada para hace tres días, sigue sin aparecer. Fuentes oficiales dicen que no quiere que la comitiva oficial entorpezca el tránsito de los camiones de ayuda. Enternecedor. Por lo visto la casa real alauí no tiene ningún helicóptero a su disposición. Lo que no quiere es toparse con una manifestación.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (27 de febrero de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de mayo de 2017.
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