Aprovechando la tranquilidad del puente, unos cuantos amigos y amigas de distintas procedencias nos hemos refugiado en una bonita casa rural situada en las cercanías de Markina, en Vizcaya, para pasear -que el tiempo acompaña-, comer bien y charlar sin prisas ni temario específico, disfrutando de nuestra mutua compañía. (Nos solemos ver, pero rara vez todos juntos.)
Ayer, ya entrada la noche, dimos en intercambiar impresiones sobre la situación política actual, sobre todo en el terreno autonómico, aprovechando que parte de la gente congregada maneja información relativamente buena.
La conclusión que saqué es que nadie tiene demasiado claro en qué punto estamos y por dónde puede derivar la cosa.
Deduje que en Cataluña una parte del personal se muestra moderadamente esperanzado, o en todo caso menos escéptico de lo que es común por Euskadi, pero lo que no vi es que nadie tuviera un diagnóstico claro de la situación y se creyera en condiciones de establecer predicciones, lo cual, habiendo entre los congregados varios especialistas en ese género de dictámenes, no dejaba de resultar chocante.
El factor que más mueve al desconcierto es, sin duda, la incoherencia territorial del PSOE y la evidencia de que Rodríguez Zapatero carece de una línea política perfilada. Ese hombre se mueve a bandazos, como nave al pairo, en función de las presiones del momento. No se le ve personalidad, ni convicciones. Sólo ganas de agradar, de caer bien a tirios y troyanos... y de mantenerse. Para su desgracia, está instalado en un entorno partidista tan navajero como inmisericorde, en los que cada jefe de taifa va a lo suyo sin la menor consideración.
De lo cual puede salir cualquier cosa... y su contrario.
Tampoco ayuda nada -aunque prefiero que sea así, por razones estrictamente sectarias- que en el PP el ambiente esté igual o todavía más envenenado. En ese partido tienen también un grave problema de liderazgo: Rajoy es un hombre tirando a irresoluto, sin una línea propia y con unas capacidades de mando muy limitadas. Una persona que lo conoce de cerca y de antiguo me lo dijo: «Mariano se las arregla para ser un excelente segundo, pero no tiene virtudes para ejercer de primero». Entre Aznar, que sigue metiendo la gamba a diario, Fraga, que nunca se sabe por dónde va a salir, Esperanza Aguirre, a la que la ambición se le trasluce «como el rayo de sol pasa por el cristal, sin tocarlo ni mancharlo», según la fórmula del catecismo del padre Astete... y todos los demás, que son igual de finos, se lo están poniendo más que difícil.
No sería nada de extrañar -en eso coincidimos anoche varios- que tirara la toalla antes de las próximas elecciones.
Si los dos más importantes partidos estatales navegan en la incertidumbre, tampoco está como para revolcarse de gozo el panorama comunitario. En la cumbre de la UE hay un aire brumoso, espeso, ausente de metas y de liderazgo claros.
Con todo lo cual, parece lógico que la sensación de desconcierto y de confusión gane terreno magnis itineribus.
Quizá no haya motivos para que salten todas las alarmas, pero lo que no parece ofrecer duda es que la mediocridad reinante en el campo de la política profesional es cada vez más llamativa. Escandalosa, incluso.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (31 de octubre de 2004). Sudido a "Desde Jamaica" el 17 de julio de 2017.
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