Defiende Miguel Rodríguez Muñoz en un interesante y divertido libro de apuntes literarios del natural que se acaba de publicar (La cáscara amarga, Ediciones KRK, Oviedo) que la vida política asturiana respalda las virtudes interpretativas del «materialismo grosero»: para entender lo que sucede en la política asturiana -sostiene-, hay que buscar pocas explicaciones, y cuanto más toscas y arrastradas, mejor.
Escribe Miguel Rodríguez Muñoz: «Aquí un día se enfada una lugareña, convence a su marido, que a lo mejor es catedrático, la pareja mueve influencias, aglutina apoyos y ya está el lío armado». No digamos nada si la lugareña está casada no con un catedrático, sino con alguien realmente importante.
Quienes cargamos el pesado fardo de una formación marxista tenemos, entre otros muchos vicios, la manía de presuponer que los fenómenos político-sociales poseen siempre una explicación compleja, repleta de mediaciones que exigen un sesudo tratamiento multidisciplinar. Y todo porque el barbudo de Tréveris nos previno sin parar contra el «materialismo grosero».
Pero tiene razón Rodríguez Muñoz: lo grosero responde por lo común a una motivación grosera, y movilizar finuras a la hora de analizarlo es perder el tiempo. Detrás de una chorrada hay casi siempre un chorra que actúa por motivos chorras.
Yerra, en cambio, cuando atribuye a su principio epistemológico un ámbito exclusivamente asturiano. Es de mucho más amplio espectro. Toda la política está cargada de acontecimientos aparentemente complicados cuya explicación real es de lo más cutre: darle en los morros a Fulano, que va de chulín; poner en su sitio a Mengano, que me dejó en ridículo en el cóctel del otro día; acabar cuanto antes con esta discusión, porque me espera Purita en el apartamento y quiero llegar pronto a casa para que mi mujer no sospeche nada; distraer a la opinión pública para que no se pregunte de dónde narices me he sacado el Porsche nuevo...
Ni efecto mariposa ni gaitas en vinagre: personajes de opereta que no vacilan en poner la maquinaria infernal del poder al servicio de sus ridículos intereses personales.
Clinton. Yeltsin. Dispénsenme de citas más cercanas.
Sostiene Rodríguez Muñoz, con amarga ironía, que si los políticos asturianos son así de chapuzas y simplones es porque Asturias no es ni una nacionalidad ni una región, sino una pura aldea.
Y no dudo de que tiene razón. Pero me temo que se ha olvidado de uno de los principales hallazgos teóricos de nuestro tiempo: el mundo entero es una aldea global.
Javier Ortiz. El Mundo (5 de enero de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 4 de enero de 2011.
Comentarios
Escrito por: .2011/01/04 06:09:0.497000 GMT+1
No os lo váis a creer, pero este apunte estaba previsto antes de que Álvarez Cascos diera el golpe de efecto.
Ortiz escribió el prólogo del libro que se cita aquí, La cáscara amarga. Si hacéis click en el último enlace, podéis incluso compraros el libro.
Escrito por: PWJO.2011/01/04 11:49:18.841000 GMT+1
El escrito de Ortiz no es el prologo del libro, sino la presentación que hizo en Oviedo. El libro tiene 10 años pero es perfectamente actual, muy divertido e interesante.
Escrito por: Aurelio.2011/01/05 00:10:6.176000 GMT+1
Escrito por: PWJO.2011/01/05 01:51:30.935000 GMT+1