Comenté por aquí en su día, hace un par de años, que no creía que mi estancia de una semana en Indonesia me diera la menor autoridad para pontificar sobre la realidad de aquel inmenso país. Me volví convencido de algo que ya pensaba antes de ir: que la observación exterior de las sociedades no permite conocer gran cosa sobre ellas.
Pero de algo sí me informé de manera concretísima: del insulto que supone para las gentes miserables de Indonesia, ampliamente mayoritarias, la impúdica exhibición de riqueza que hacemos allí los turistas occidentales. A un centenar escaso de metros de los lugares donde la gente come directamente sobre el suelo lo poco que tiene, sin siquiera un plato, los hoteles de cinco estrellas ilustran hasta la saciedad sobre la literalidad del lujo asiático.
No me sorprende que se haya producido una masacre de turistas en Bali. Lo que me sorprende es que haya tardado tanto en producirse.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (14 de octubre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de enero de 2018.
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