El PP ha encontrado un nuevo motivo para abroncar al PSOE. Le acusa de haber acudido a la reunión que mantuvieron el pasado viernes con el lehendakari tras haber alcanzado un pacto secreto con el PNV.
No tiene ninguna prueba de que tal acuerdo se produjera: lo deduce de la similitud que ve entre las posiciones que defendieron en la reunión los socialistas y los nacionalistas. Una similitud que aprecia ahora, porque ni se quejó para nada de ella durante la propia reunión ni la denunció tras su conclusión. Es más: de entrada, se mostró muy agradecido a los socialistas porque apoyaron varias de sus propuestas fundamentales.
El PP no sólo ha concluido (o inferido, más bien) que el PSOE le es «desleal». También ha descubierto, con efecto no menos retardado, que lo que se acordó el pasado viernes en Vitoria es filfa. Todavía el sábado lo daba por positivo, por más que insuficiente. Ahora lo desdeña, porque cree que no ahonda en «los temas importantes». Los «temas importantes», según Carlos Iturgaiz, son el aislamiento y la ilegalización de Batasuna.
Todo lo que no sea hablar de eso les parece perder el tiempo. Aunque se trate de la adopción de medidas excepcionales para la protección de los cargos electos.
Los socialistas creen que el pasado viernes los partidos vascos recuperaron un cierto clima de diálogo y entendimiento, y afirman que ese cambio es importante. El PP, por boca de su secretario general, responde que no se produjo ningún cambio, porque el PNV «sigue en sus posiciones soberanistas». De lo que se deduce que, para el él, el PNV sólo tiene una salida: renunciar a su ideología. Estamos ya definitivamente lejos de aquellos tiempos en los que Aznar y los suyos proclamaban que todos los planteamientos políticos son legítimos, con tal de que nadie trate de imponerlos por la fuerza. Ahora ya no es sólo cuestión de métodos: también hay ideologías culpables.
A fuerza de llevar más y más lejos su obsesión antinacionalista, a fuerza de no querer coincidir con el PNV ni al dar la hora, lo que la dirección del PP está logrando es que hasta sus más próximos se sientan incómodos, cuando no directamente hartos. No ya sólo el PSOE: también una parte de su propia base social, que se da cuenta de que no será a golpe de anatemas y descalificaciones sumarias como se podrá avanzar hacia la normalización de la política vasca.
Le pasa al PP lo mismo que a todos los que insisten en dar más y más vueltas de tuerca: se pasan de rosca. Lo único que consiguen es acabar girando a tontas y a locas, sin ajustar realmente nada.
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La posición en la que queda el PNV con todo esto no puede decirse que sea agradable. A cambio, resulta comodísima. Porque ya sabe que da exactamente lo mismo qué propuestas formule o cómo responda a las propuestas ajenas: los dirigentes del PP siempre lo rechazarán. Si dice A, porque A. Y si B, porque B.
Me recuerdan a una compañera de clase que tuve en Sexto de Bachillerato y Preuniversitario. La pobre chica me exhibía una hostilidad de mucho cuidado. Me llevaba la contraria siempre, dijera lo que dijera. Todavía la recuerdo preguntándome: «Ortiz, ¿tú a quién prefieres: a Heráclito o a Parménides?». Mi respuesta fue tan previsible («A Heráclito») como la suya («¡Pues yo a Parménides!»).
Pena que no respondí lo contrario: la habría empujado a hacerse una estudiosa de la dialéctica.
Pasamos dos cursos así. No puede decirse que anduviéramos como el perro y el gato, pero sólo porque, como su persecución me aburría notablemente, casi nunca respondía a sus provocaciones.
Lo curioso vino al final de todo, cuando fuimos a examinarnos de Preu. Me tocó sentarme a su lado en el examen escrito de griego. Nos pusieron una traducción de La Anábasis francamente difícil o, por lo menos, francamente difícil para mí. No para ella, que era una empollona. Para la media hora, la chavala ya se había percatado más que de sobra de lo mal que lo estaba pasando yo con el texto de marras. Y ahí vino mi sorpresa: en un gesto rapidísimo, de consumada tahúr, cogió mi folio de borrador y lo sustituyó por el suyo, en el que había escrito... ¡una perfecta traducción del pasaje de Jenofonte! Lo copié, limitándome a hacer algunas correcciones para que no fueran iguales, empeorándolo ligeramente. Saqué notable.
Nunca se sabe qué esconden realmente ese género de fijaciones.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social y El Mundo (27 de febrero de 2002). En el periódico sólo se publicó la primera parte (marcada por las rayas discontinuas). Subido a "Desde Jamaica" el 5 de marzo de 2017.
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