¿Alguien sabe algo sobre doña María Teresa Sáez, la otra traidora-sinvergüenza-corrupta-canalla-tránsfuga del grupo socialista de la Asamblea de Madrid?
Yo sé algo: que se llama igual que mi abuela materna.
Fuera de eso, apenas tengo información sobre su persona. Porque nadie parece haberse creído en la obligación de dármela, ni ella ha mostrado tampoco mayor interés en hacérmela llegar. Ni a mí ni a nadie.
Imagino la situación contraria: que todas las noticias sobre el caso se centraran en Maite Sáez -como con sorprendente familiaridad le llaman algunos periodistas- y que nadie tuviera ni pajolera idea del paradero ni de la vida y milagros de don Eduardo Tamayo. Me apuesto cualquier cosa a que la Prensa capitalina estaría como loca, buscando al mencionado individuo por todas partes, y que habrían aparecido ya varias docenas de artículos preguntándose por las verdaderas razones de su mutismo.
Y es que Eduardo Tamayo es hombre y María Teresa Sáez es mujer. Y una mujer se supone que puede ser corrupta por delegación, o corrupta consorte. A cambio, estando en asociación con una mujer, un hombre de ningún modo puede desempeñar el papel secundario.
En esta ópera bufa hay de todo. Hasta machismo inconsciente.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (16 de junio de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de junio de 2017.
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